Estiman que pueblos ribereños tendrían 50.000 habitantes con otra gestión del agua

La UCLM constata los efectos 'desastrosos' del trasvase para los municipios ribereños. En la imagen un instante de la presentación del estudio
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El estudio de los impactos socioeconómicos del Trasvase Tajo-Segura sobre los municipios ribereños de los embalses de cabecera Entrepeñas y Buendía estima que si se hiciera otra gestión de estos dos pantanos, los 22 pueblos de la zona podrían alcanzar una población estacional de 50.000 habitantes.

Esta es una de las conclusiones del estudio elaborado por el Grupo de Investigación del Tajo de la Universidad de Castilla-La Mancha, que ha sido presentado en una conferencia en Toledo y que cuyos principales resultados ya han sido dados a conocer por la Asociación de Municipios de Ribereños de Entrepeñas y Buendía, unas comarcas en las que actualmente residen unas 10.000 personas.

En declaraciones a Efe, una de las autoras del estudio, la profesora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UCLM, Beatriz Larraz, ha recordado que para la construcción de estos embalses se perdieron las tierras más fértiles de estas comarcas, en una época en la que la agricultura era la principal actividad económica en las zonas rurales.

Además, el estudio -en el que también han trabajado el profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UNED, Enrique San Martín, y Nuria Hernández-Mora de la Fundación Nueva Cultura del Agua- resalta que también se anegaron las carreteras que unían las poblaciones y que, en el caso de Buendía, el embalse inundó la N-320, principal vía de comunicación entre las capitales de provincia de Cuenca y Guadalajara.

Y algunos municipios ribereños, vieron incrementadas sus distancias de 10 a 60 kilómetros, una situación que no se ha subsanado hasta 2008.

Asimismo, el estudio, de más de 160 páginas, señala que con el llenado de los embalses se sustituyó la actividad agraria tradicional por un desarrollo basado en las actividades turísticas y recreativas vinculadas a Entrepeñas y Buendía, una alternativa que funcionó en los primeros años.

En este sentido, el documento señala que "para calibrar las expectativas generadas, baste mencionar que se proyectaron más de 2.000 parcelas para viviendas unifamiliares en una zona que en los años 70 tenía alrededor de 15.000 habitantes".

Sin embargo, el estudio indica que con la entrada en funcionamiento del Trasvase Tajo-Segura en 1981, se truncó "de manera determinante este proceso de desarrollo".

"La conjunción de un fuerte descenso de las aportaciones de agua a los embalses de Entrepeñas y Buendía (50%) desde principios de los 80 respecto a lo previsto para la realización del trasvase y, sobre todo, una gestión de la infraestructura que por motivos político-económicos ha priorizado la realización de trasvases al sureste español ignorando por completo las necesidades de los municipios ribereños y la prioridad legal de todos los usos de la cuenca cedente, ha resultado en su declive poblacional y socioeconómico", sostiene el informe.

Como datos, el informe indica que desde la entrada en funcionamiento del trasvase, los volúmenes embalsados en Entrepeñas y Buendía se han reducido en un 62 por ciento, por lo que la disminución de la lámina de agua ha dificultado el desarrollo y mantenimiento de las actividades vinculadas al uso recreativo de los embalses y ha afectado "de manera determinante" el potencial económico del desarrollo turístico.

Este "declive" también se puede comprobar en el descenso poblacional, ya que los 22 municipios ribereños han pasado de 25.000 habitantes en 1950 a 10.000 en 2016, y además el 9,7 por ciento de los habitantes son menores de 16 años, frente al 13 por ciento de media de la España rural, mientras que el 30 por ciento de los habitantes de los municipios ribereños tienen más de 65 años, frente al 24 por ciento de la España rural.

Además, Larraz también señala que la tasa de maternidad es inferior en esta zona que el promedio de la España rural, unos datos que, en conjunto, "hablan de escaso relevo generacional y, por tanto de un futuro bastante gris".

El estudio abunda en que las dinámicas poblacionales y económicas siempre se encuentran "íntimamente ligadas", ya que la falta de oportunidades económicas es uno de los principales motivos de la despoblación pero a su vez, la despoblación reduce la actividad económica al perderse el principal factor productivo, la mano de obra.

"En consecuencia, se produce un proceso de declive socioeconómico que se retroalimenta (un círculo vicioso) y que es muy difícil de romper sin una apuesta decidida de la administración que, en este caso, no se ha producido", lamenta el informe.

Con todo, el estudio afirma que la situación actual "es reversible", pues sostiene que "es posible realizar una gestión de los embalses de Entrepeñas y Buendía que favorezca el desarrollo de una zona rural con escasas alternativas económicas".

Así, afirma que se podrían mantener unos niveles de llenado y una estabilidad de la lámina de agua que permitieran el desarrollo de una importante actividad turística en la zona y unos desembalses hacia el río Tajo que favorecieran la recuperación del buen estado del eje central del río, sin afectar a la satisfacción de los usos de la cuenca del Tajo.

Larraz ha resumido que este estudio "refleja una situación de la cabecera del Tajo que es una pena, porque es un desarrollo que se prometió y no se ha llegado a conseguir".

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