El juez del crimen de Miguel Ángel Blanco: "La prioridad absoluta era encontrarle vivo"

"Esto lo hago por Miguel Ángel Blanco". Bajo esta premisa el juez de la Audiencia Nacional ha aceptado conceder esta entrevista a la Agencia Efe en el aniversario del asesinato del joven
El juez Manuel García Castellón en un momento de la entrevista con la Agencia Efe
photo_camera El juez Manuel García Castellón en un momento de la entrevista con la Agencia Efe

"Esto lo hago por Miguel Ángel Blanco". Bajo esta premisa el juez de la Audiencia Nacional Manuel García Castellón, al que correspondió coordinar la angustiosa búsqueda contrarreloj del joven concejal del PP en Ermua secuestrado y asesinado por ETA hace ahora 25 años, ha aceptado conceder esta entrevista a Efe.

Unas agónicas 48 horas sobre las que el titular del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, puesto al que regresó en 2017 tras ejercer como juez de enlace en Italia y Francia, prefiere no dar muchos detalles y durante las que "la prioridad absoluta era encontrarle vivo".

"Esa era la prioridad absoluta que no se consiguió. No tanto otras situaciones, que también se plantearon, como esa, encontrarle vivo. Era lo fundamental", repite, y asegura que pese a la excepcionalidad del caso lo vivió como una parte más de su trabajo: "como vivo los asuntos y ustedes viven los suyos en su trabajo, profesionalmente".

Manuel García Castellón recibe a Efe en su despacho de la Audiencia Nacional con todas las cautelas, dado que, 25 años después, este atentado ha vuelto a su mesa e investiga si la cúpula de ETA es responsable del secuestro y del fatídico desenlace porque hubiese podido evitarlo, de modo que hay cuestiones sobre las que se abstiene de pronunciarse.

Pregunta: Al hacerse cargo de la investigación pidió que se distribuyese la fotografía del concejal y se trasladó al País Vasco para coordinar las labores de búsqueda y permanecer allí durante las horas en que se cumplía el plazo dado por ETA. ¿Cómo recuerda aquellos días? ¿Qué imagen se le viene a la cabeza?

García Castellón (GC): Bueno, la parte diaria es desgraciadamente la de cualquier día de trabajo relacionado con estos asuntos tan turbios. Realmente lo que más me ha dejado el recuerdo fue cuando llegué y fui a ver al padre, que además hacía poco que le habían comunicado la noticia en la calle. Y el estar con él antes de irme a la Comisaría de Deusto fue realmente para mí muy impactante. Ver el sufrimiento de aquel hombre ante el desconocimiento de lo que le iba a pasar a su hijo.

P: Si echa la vista atrás, ¿cómo valora el trabajo realizado? ¿Se pudo hacer más?

GC: No. No se pudo hacer más. Cuando estás tratando con psicópatas es muy difícil, muy complicado. Es muy difícil ponerse en la mente de un psicópata.

Aquel terrible atentado que "nos afectó en el corazón", reconoce García Castellón, "supuso un antes y un después" en la sociedad española porque, aunque "había habido otros crímenes que habían supuesto un antes y un después", el del joven edil, fue, al menos como él lo vivió, "más intenso".

ETA ya había matado en 1995 al concejal del PP en San Sebastián Gregorio Ordoñez, y protagonizado secuestros como los del funcionario de prisiones José Ortega Lara o el del industrial Julio Iglesias Zamora, con el que surgió el símbolo del lazo azul. Una insignia que, junto a las manos blancas, inundó las calles e incluso sustituyó a los logotipos de las cadenas de televisión durante el rapto de Miguel Ángel.

El juez recuerda que ese "antes y después" quedó patente con las manifestaciones que hubo "no sólo en el País Vasco, sino en toda España", pero también pone de relieve que supuso "un cambio sorprendente, que fue la pérdida de parte de la ambigüedad de determinados espectros, y no solo políticos".

Llevó a los ciudadanos, reflexiona, "a que se dieran cuenta, aunque sólo fuera de forma inconsciente, de lo que a esa sociedad podría sucederle si a esa gente que cometía crímenes tan horrorosos como los que cometía hubiera ganado esta guerra", "la guerra contra el Estado". Se produjo así una toma de conciencia de lo que estaba sucediendo entonces: "una limpieza étnica", apunta.

P: Veinticinco años después, ¿queda algo de aquel Espíritu de Ermua?

GC: Bueno, aquello se acabó en el 2011, con la firma de los acuerdos (que dieron lugar al cese de la lucha armada) y se ha demostrado desde entonces que la violencia acabó.

Lo que es cierto es que si no se continúa la labor de educación a las nuevas generaciones, eso cada vez se va a desconocer más.

Ustedes habrán oído muchas veces que preguntar a chicos jóvenes hoy día por Miguel Ángel Blanco y qué pasó en Ermua. Es totalmente desconocido para ellos. La educación tiene que incidir en aquella época horrible para que de alguna manera, o no se vuelva a reproducir, que puede pasar; o, por lo menos, tener las armas morales para poder defenderse si aparece de nuevo.

P: ¿Se ha querido pasar página, olvidar?

GC: (disiente) Son las dinámicas propias de la sociedad. La sociedad poco a poco va cambiando de piel, la gente se va muriendo, enfermando, naciendo nuevos niños, va cambiando de piel. Yo también cuando era joven no sabía prácticamente que había habido una guerra mundial hacia no tantísimo, y fue un suceso terrible.

Yo no lo veo tanto una cuestión de "maldad" -el no tener informada a la gente de lo que ha pasado- como de un defecto de la programación de la educación, simplemente. A diferencia de aquellos sucesos mucho más terribles como es una guerra mundial, este nos afectó en el corazón (...) y eso quizá hay que preservarlo.

P: ¿Se vieron las Fuerzas de Seguridad y los jueces con más apoyo de la sociedad en su lucha contra el terrorismo?

GC: Bueno, desde el punto de vista jurisdiccional, ese apoyo no es que sea indiferente, por supuesto, en lo personal naturalmente que te toca, pero realmente la Justicia y en este caso Interior lo que tenían y debían tener eran los medios adecuados de todo tipo y además de eso la colaboración internacional, claro.

P: ¿Hubo países que contribuyeron de alguna forma a crear una impunidad a los autores?

GC: La sociedad actual puede conocerlo a través de una novela muy famosa que es Patria, donde de forma incidental se hace referencia a este asunto.

Es verdad que hubo esa ayuda, y no solamente por parte de algún país del este de Europa, sino también incluso de alguna democracia occidental y vecina (en clara referencia a Francia) y de un país intermedio entre los otros dos. Esas ayudas no fueron vanas, contribuyeron a que cientos de personas hayan padecido los efectos del terrorismo. Las muertes, los secuestros, los chantajes, etcétera. Eso ha quedado en nuestra memoria para siempre, es una realidad.

P: Los asesinos materiales -con Francisco Javier García Gaztelu, Txapote, a la cabeza- fueron finalmente detenidos años después y condenados, y este caso no ha quedado sin resolver como muchos otros, ¿pero se ha llegado a saber con exactitud qué hicieron con el concejal esas agónicas 48 horas?

GC: Esa es una pregunta a la que no puedo contestar, me va a permitir.

P: Tras el cese de la violencia por parte de ETA, el Gobierno ha optado por acercar a cárceles próximas al País Vasco a los presos de la banda, que era precisamente la exigencia de los secuestradores del concejal para evitar su ejecución. Viendo el devenir de los acontecimientos ¿mereció la pena no ceder al chantaje?

GC: Es una cuestión política y yo no puedo entrar en ella. Afortunadamente vivimos en una democracia, que no es perfecta, como casi ninguna, por supuesto, pero somos una isla en el mundo, Europa y pocos más países. Y por lo tanto yo creo en lo que hace mi Gobierno y naturalmente que no opino nada porque yo pertenezco a otro mundo.

P: Desaparecida la organización terrorista, ¿cree que tiene sentido mantener la política de dispersión de los presos?

GC: No opino de ello. Es una cuestión política y no opino.

P: Txapote, condenado, entre otros, por el asesinato del concejal, ha sido recientemente trasladado a la cárcel de Estremera, en Madrid, y el próximo año habrá cumplido tres cuartas partes de su condena, ¿cree que la sociedad está preparada para verle disfrutar de permisos?

GC: Lo desconozco. Yo no soy la sociedad. Es como cuando a De Gaulle le preguntaron qué opinaba de los franceses y dijo: "no conozco a todos". No conozco a la sociedad uno por uno, no lo sé, cada uno pensará de una forma. Yo sé lo que yo pienso, pero es irrelevante y no lo voy a decir.

P: Hace unas semanas la Audiencia Nacional consideró que no es requisito indispensable que los presos pidan perdón expreso a las víctimas concretas de sus actos, ¿sería comprensible para la sociedad dejar a Txapote disfrutar de esos beneficios sin expresar ese perdón?

GC: Me remito a lo anterior y no voy a contestar.

P: Antes de dejar el juzgado cerró el sumario por falta de autor conocido y después otro juez consiguió procesar a los culpables, ¿cómo recibió esa noticia, lo recuerda?

Sí, pero bueno, forma parte de lo que es la fría jurisdicción. Los procedimientos avanzan porque aparecen de repente elementos de prueba que se pueden aprovechar para llevarlos al procedimiento. En ese sentido, como cualquier otro.

Y así es, días después de conceder esta entrevista, el juez, tras admitir a trámite una querella para determinar qué miembros de la cúpula de ETA estuvieron detrás de la estrategia del secuestro y asesinato del concejal, ha imputado este viernes a tres de los nueve dirigentes que la integraban en aquellas fechas: José Javier Arizcuren Ruiz, Kantauri; Miguel Albisu, Mikel Antza, y la pareja de este Soledad Iparraguirre, Anboto.

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