El Gobierno de coalición que pactaron Sánchez e Iglesias roza la ansiada estabilidad

El jueves, cuando el pleno del Congreso rechace, como se espera, las enmiendas a la totalidad del proyecto de ley presupuestario y abra el camino a su aprobación definitiva en pocas semanas, habrá pasado un año del pacto que hizo posible el primer Ejecutivo de coalición de la democracia
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, durante el acto de presentación en la Moncloa de las claves del anteproyecto de ley de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2021
photo_camera El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el vicepresidente segundo y ministro de Derechos Sociales y Agenda 2030, Pablo Iglesias, durante el acto de presentación de los PGE para 2021

El Gobierno que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias pactaron hace un año roza la ansiada estabilidad que espera desde entonces gracias a los presupuestos del Estado, más difíciles de consensuar en cualquier otro contexto pero que en este momento de pandemia y crisis saldrán adelante con previsible facilidad.

Con las cuentas aprobadas el Ejecutivo podrá así mirar al medio plazo y tendrá el camino mucho más despejado en su objetivo de agotar la legislatura, aunque en el corto plazo la situación siga siendo muy complicada y el reto más inmediato sea el de contener los contagios de coronavirus y hacer frente a una situación sanitaria y económica muy delicadas.

UN AÑO DEL ABRAZO QUE SELLÓ UNA COALICIÓN

El jueves, cuando el pleno del Congreso rechace, como se espera, las enmiendas a la totalidad del proyecto de ley presupuestario y abra el camino a su aprobación definitiva en pocas semanas, habrá pasado un año del pacto que hizo posible el primer Ejecutivo de coalición de la democracia.

Con un abrazo sellaron Sánchez e Iglesias su acuerdo para conformar el Gobierno, un pacto que llegaba 48 horas después de los comicios del 10 de noviembre...Y 196 días después de las elecciones del 28 de abril, tras las cuales los mismos protagonistas no fueron capaces de pactar.

Pero si la investidura de Sánchez llegaba en enero, la pandemia irrumpía en marzo y abortaba muchos de los planes del nuevo Ejecutivo.

UN PRESUPUESTO A LA VISTA

Sánchez lleva al frente del Gobierno desde junio de 2018 pero no ha logrado hasta ahora sacar adelante unas cuentas, y siguen prorrogadas las últimas del Gobierno de Rajoy.

Fue precisamente la imposibilidad de sacar adelante los presupuestos lo que llevó al presidente a convocar las elecciones en 2019.

Ahora el panorama es bien distinto, la crisis provocada por el coronavirus exige unas cuentas cuanto antes y son más los partidos dispuestos a negociar que los que plantean vetos y son muchos más los votos dispuestos a tumbar las enmiendas a la totalidad que los que las sustentan.

Por eso estas cuentas, que en nada se parecen a las habituales porque incluyen una importante inyección para la reconstrucción -gracias entre otras cosas al fondo europeo-, seguirán su curso el jueves.

Otra cosa es la negociación posterior.

El Gobierno mantiene su estrategia de negociar a varias bandas. Insiste en que su preferencia son los partidos que le dieron la investidura a Sánchez, pero los socialistas siguen apostando por negociar también con Ciudadanos y ampliar los apoyos aunque a Podemos no le guste.

El PNV y Esquerra están en cualquier caso en primera línea de las negociaciones.

Los nacionalistas vascos lo hacen con la discreción que les caracteriza. La negociación, no obstante, no ha empezado con buen pie por la subida de la fiscalidad del diesel, que el PNV rechaza, pero el Gobierno está abierto a revisar y discutir con su socio "preferente", como se ha afanado en llamarlo, para llegar a consensos.

Y ERC ha insistido, por su parte, en su rechazo frontal a que Ciudadanos esté en el acuerdo presupuestario. Aunque también asume que hay que dejar tramitar las cuentas para negociarlas en las enmiendas parciales.

PERO NO TODO ES PRESUPUESTO

Aunque la aprobación de las cuentas pueda dar al Gobierno esa estabilidad que espera para tratar de agotar la legislatura, son muchos otros los frentes políticos abiertos con la oposición.

El último y más sonoro, el de la reforma educativa, conocida como Ley Celáa, que no incluirá el castellano como lengua vehicular en la enseñanza, gracias a una enmienda pactada por PSOE, Unidas Podemos y ERC.

La reacción no se ha hecho esperar: PP, Vox y Cs recurrirán la ley.

En el PP entienden que pactos como éste están dentro de las prebendas que el Gobierno pacta con sus socios de investidura -en este caso ERC- a cambio del apoyo presupuestario.

Los populares se resisten, por otra parte, a llegar a un acuerdo sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

El Gobierno prometió aparcar la reforma que han promovido los partidos de la coalición para cambiar el sistema de renovación si los populares se avenían a negociar, pero el partido de Casado sigue poniendo como condición que Podemos no esté en este proceso. Y no ha habido avances en los últimos días.

LAS URNAS QUEDAN LEJOS

Lo que ya nadie duda es que si los presupuestos -como parece que así será- acaban saliendo adelante a principios de año, no se esperan elecciones generales a la vista durante un largo periodo, y Sánchez puede incluso aspirar a agotar la legislatura.

Y eso es algo que ha entendido también el principal partido de la oposición.

Desde que Pablo Casado le diera la espalda a Vox en el debate de la moción de censura presentada por ese partido, el partido ha continuado con este viaje a una posición más moderada que según recalcan en Génova no tiene vuelta atrás.

Aún a costa de perder a quienes no entiendan el "divorcio" con el partido de Santiago Abascal, la estrategia del PP mira al largo plazo y busca ampliar la base electoral.

Cuentan, a priori, con tiempo para intentarlo. Porque un año después el pacto del abrazo sigue, aparentemente, más vigente que nunca. Y tiene para rato.

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