El falso cura que asaltó la casa de Bárcenas cree ser 'el salvador' de España

Según una experta psiquiatra, que dice que sufre un trastorno mixto de personalidad con ideas delirantes sobre la realidad social de España

Una médico forense experta en psiquiatría ha asegurado este jueves que Enrique O., el conquense acusado de asaltar la casa de la familia de Luis Bárcenas, cree ser "el salvador" de la mala situación que vive España al sufrir un trastorno de personalidad con ideas delirantes, mientras que su abogado le ha descrito como "un Robin Hood moderno" por querer forzar un cambio en la política económica del país.

Así lo ha manifestado la experta en la segunda sesión de la vista que se ha celebrado en la Audiencia Provincial de Madrid. Al procesado se le ha juzgado por delitos de detención ilegal, coacciones y tenencia ilícita de armas. El hombre no ha querido hacer uso de su turno a la última palabra.

Antes de quedar visto para sentencia, el fiscal ha mantenido los 18 años de prisión por estos delitos, pero ha introducido la alternativa de calificar los dos delitos de coacciones por amenazas condicionales.

La abogada de la familia del extesorero del PP, María Dolores Márquez de Prado, ha solicitado que se le condene por tres delitos de secuestro, uno de allanamiento, tenencia ilícita de armas, tres faltas de lesiones y tres delitos de amenazas. Por ello, ha reclamado que se le pene a 29 años de cárcel por estas infracciones penales.

Enrique O. se enfrenta a estos delitos por los hechos sucedidos el pasado 23 de octubre tras irrumpir en la casa de la familia de Bárcenas simulando ser un sacerdote de la prisión. El hombre ató con una bridas a la mujer del extesorero, a su hijo y a la empleada doméstica, a quienes amenazó con un resolver. Guillermo, el hijo de Bárcenas, logró zafarse de las bridas y redujo al agresor hasta que llegó la Policía.

El procesado protagonizó ayer una crisis de ansiedad simulada al asegurar que escuchaba voces en su cabeza. Sin embargo, la experta ha manifestado esta mañana que el hecho de escuchar voces no sería compatible con su diagnóstico psiquiátrico.

El abogado del acusado ha defendido que su cliente es "inimputable" por su grave enfermedad mental y ha destacado éste nunca quiso hacer daño a nadie. Además, le ha descrito como "un Robin Hood moderno" por querer "forzar un cambio en la política económica del país".

"No había ningún plan concebido ni de huida. Tuvo un arrebato propio de quien padece una enfermedad mental. No había intención alguna detrás de esas amenazas", ha apostillado el letrado, puntualizando que es "un anciano de 65 años que padece una situación alterada".

Ideas delirantes sobre España

En su comparecencia, la médico forense ha expuesto ante el tribunal que sufre un trastorno mixto de personalidad con rasgos narcisistas paranoides y antisociales. "Se trata de una manera de pensar y sentir las cosas diferentes al resto de personas", ha descrito la forense, al tiempo que ha precisado que ello no le impide comprender "las conductas ilícitas y las que no lo son".

Además, ha destacado que tiene ideas delirantes relacionadas con la realidad social de España sin llegar a ser "una persona psicótica", algo que sí se considera un trastorno mental. "Se siente amenazado por esa realidad social y ve que eso no es justo. Piensa que la gente no está contenta con la situación, pero no hace nada. Por eso, se erige como el salvador", ha relatado la psiquiatra.

La perito ha contado que solicitó al centro penitenciario donde cumple prisión un informe que complementara su diagnóstico. De este modo, los expertos de la cárcel descartaron que el procesado fuera un psicótico, confirmando sus conclusiones psiquiátricas.

En su alegato, el fiscal ha destacado que el procesado conocía lo que estaba haciendo, ya que hizo una puesta en escena de la que se desprende que sus capacidades cognitivas y volitivas estaban intactas.

Relato del Fiscal

El fiscal ha considerado probado que el acusado llamó sobre las 15.45 horas del pasado 23 de octubre al telefonillo de la casa de la familia de Luis Bárcenas, en la madrileña calle de Príncipe de Vergara y manifestó a la empleada del hogar que era sacerdote y que venía de parte de Instituciones Penitenciarias para tratar un tema relativo a la libertad del Bárcenas.

Una vez en la puerta del domicilio, el acusado logró que le permitieran el acceso al mismo, toda vez que iba vestido como un sacerdote y se identificó como el padre Enrique, convocando a todas las personas que había en la casa, que eran la esposa de Bárcenas, su hijo Willy y una empleada doméstica a reunirse en el salón.

Tras unos veinte minutos de conversación, el procesado cortó su relato de raíz y, tras anunciar firmemente "¡Se acabó el teatro!", sacó de su maletín un revólver y encañonó a los tres. Tras atarles las manos con bridas, les amenazó para que le entregaran todos los pen-drives y todo el material documental que tuvieran de Bárcenas.

Les dijo además que si hacían caso omiso a sus requerimiento, les mataría a todos y de esta manera les obligó a desplazarse por la casa hasta el despacho en el que él creía que podía estar toda la documentación.

Tras casi una hora en esa situación el hijo de Luis Bárcenas logró zafarse de las bridas y redujo al agresor hasta la llegada de los efectivos policiales.

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