Opinión

Trapero: nace una estrella

M’ he enamorat de Josep Lluís”, así como lo oyen y en catalá como lo leen.

Circunspecto, serio, autoritario, arrogante y seguro de sí mismo, era inevitable que una aficionada a lo negro y criminal, como yo, cayera rendida a los pies del Mayor de los Mossos d’Esquadra, el comisario real más literario que he visto, digno de protagonizar cualquier novela policiaca con garantía de éxito.

Me preguntó si Josep Lluís, que comparte con el comisario Montalbano de Camilleri década, inteligencia y un genio endiablado, será consciente, como le ocurre a Salvo, de la admiración que despierta entre las féminas: un tipo normal, sí, pero con un especial e irresistible atractivo.

Ignoro si posee los conocimientos culinarios de Carvalho o si comparte su afición a quemar libros por desazón o venganza, pero de haberlo conocido Vazquez Montalbán hubiera olfateado de inmediato su potencial para convertirse en un personaje noir de los que dejan huella. ¡Estoy segura!

En su primera comparecencia pública para informar (en castellano) sobre los atentados de Barcelona, con sus palabras y lenguaje corporal, ambos perfectamente sincronizados, este moderno Wyatt Earp brilló como una estrella: logró insuflar calma en medio del caos y transmitir al mundo entero una imagen de eficacia policial, fortaleza institucional y compromiso con la defensa de la democracia, la libertad y la seguridad de todos los ciudadanos.

Tomar las riendas de una situación tan dura convirtió a este áspero sheriff catalá, no sé si a su pesar, en uno de los protagonistas de una historia terrible y dolorosa. Pero la fama cuesta y pronto le tocó pagarlo.

Cuando la política se apodera del dolor del pueblo, lo esgrime, retuerce y exprime para su mayor gloria y provecho, pocos son los beneficiados y muchos los caídos.

La condena unánime de la barbarie y el sufrimiento, tragedia en un solo acto que hablaba de víctimas y acciones heroicas, rápidamente se transformaba, merced a la actuación de políticos sin escrúpulos, en una obra satírica de varios actos, casi surrealista, plagada de reproches fuera de lugar, mentiras injustificadas y una utilización interesada, torticera e hiriente, de la verdad.

En la “fiesta del chivo expiatorio”,  sin necesidad de casting, Trapero se hizo con el papel principal y como tal, en un contexto de fuerte polarización, fue ofrecido en sacrificio para purgar tensiones y violencias acumuladas entre periferia/centro, dentro/fuera, nosotros/ellos.

Las críticas llegaron a través de los medios y el Mayor de los Mossos d’Esquadra con poca mano izquierda y, como se pudo apreciar, nada acostumbrado a que se le lleve la contraria, arremetió con extrema dureza (ora en catalá ora en castellano) contra el mensajero, apoyado por una intensa campaña tuitera (“¿Flores en los coches o mierda en los diarios?”).

Ahora le toca lidiar un nuevo toro de la ganadería del Procés: la Fiscalía Superior de Catalunya ha comunicado a los Mossos d’Esquadra, Policía Nacional y Guardia Civil, que deben tomar las medidas necesarias para evitar la consumación del referéndum independentista.

Se acerca el 1 de octubre. “The Winter is comming” para Trapero y, como bien sabemos los seguidores de “Juego de Tronos”, aquellos que ostentan el título de “Mano” del rey de turno, suelen acabar sin cabeza.

Haga lo que haga, él pierde y la banca gana.

Sea lo que fuere lo que le depare el porvenir, ya acuñó una ocurrente frase que resulta más que adecuada para cualquier tipo de bilingüística despedida: “Bueno, pues molt bé, pues adiós”.

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