Opinión

Filólogos para la Democracia

Tengo algunos buenos amigos que pertenecen a la asociación Jueces para la Democracia, pero eso no disminuye el sentimiento de perplejidad que me produce que hayan cambiado el nombre por el de Asociación de Juezas y Jueces para la Democracia. Como las tonterías contemporáneas ya está comprobado que son contagiosas, cualquier día aparecerá Méndez de Vigo haciendo el resumiendo del "Consejo de Ministras y Ministros". Ya se nos ha colado por el uso lo de presidenta, que es una barbaridad filológica, porque los sustantivos terminados en "e" no tienen género, y por eso se dice "el o la gerente", y no decimos "las gerentas y los gerentes", y en esa misma línea se habla del "teniente o la teniente", y a nadie se le ocurre inventar lo de "tenienta", que sería tan estrafalario como llamar "residentas" a las residentes femeninas.

En los congresos internacionales se denomina al representante de un país como "el representante" si es macho, o "la representante" si es hembra, pero hasta ahora ningún periodista nos ha hablado o escrito que ha intervenido la "representanta" de España o de Alemania o de Estados Unidos. Pues la misma regla es la que rige para "juez", donde lo correcto es referirse a la juez o el juez, y lo cateto-progre decir "la jueza", tan cateto y tan banal y erróneamente progresista como adjetivar a una persona resistente como "resistenta" si se tratara de una mujer.

En Jueces para la Democracia (jamás escribiré la tontería contemporánea de "juezas y jueces") hay personas cultas y leídas, me consta, y, por eso mismo, me ha llenado de perplejidad el mal uso de las imitaciones que conviene evitar, y que son rancias en su aparente modernidad, porque son erróneas, hueras y no conducen a ningún progreso, sino al error lingüístico.

Está claro que urge en España una Asociación de Filólogos para la Democracia.

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