Opinión

Politburó

Va de congresos.

Unos democráticos, otros en diferido.
Unos analógicos y bajo el dedo del amo. Otros digitales y por internet.
Unos de paja y congelados. Otros de carne y hueso, y movidos.

He ahí el horno de los partidos, que es el pan de nuestra democracia, donde se decide para un país entre la democracia y su libertad o la partidocracia y su corrupción.

El Politburó del PP, en un nuevo ejercicio de estalinismo a prueba de transiciones, ha decretado una vez más como axioma fundacional del orden que "quien se mueve no sale en la foto", frase que nos suena de algo y no sabemos de qué.

Siguiendo el consejo de Guerra, quiero decir -para evitar equívocos- de Alfonso Guerra, experto en aparatos, el Politburó del PP ha confirmado durante su congreso "a la búlgara", que el rango, la jerarquía, y la disciplina militar, son un punto de cara a sujetar y controlar la armonía civil.
Y esa disciplina exige quedarse quieto y decir "patata", durante la instantánea que oculta y disfraza la realidad.

En esto no han tenido que esforzarse, porque les viene de suyo y por tradición.

El culto al jefe y el miedo a la crítica y la libertad de pensamiento están en su catálogo de virtudes. Y sobre todo, la fe.

Ciega a poder ser, no sea que por el rabillo del ojo vayan a ver a Correa, Crespo, y al Bigotes entrar en la cárcel, por hechos en los que no tienen poco que ver y no poco que callar, incluidos mensajes de ánimo y discos duros rayados 35 veces (Método Gutmann).

El Método Gutmann “es un algoritmo que asegura destruir y no dejar ningún tipo de rastro de la información que haya podido albergar un disco duro” (La Vanguardia 06/08/2016).

Las sombras siempre huyen de la luz, y para esa fuga no hay nada más útil que la fe ciega. Fe de politburó, teología de aparato.

Al final, el ejercicio metódico de la mentira, es un hábito que echa raíces, y que han cultivado con esmero y precisión los partidos que nos han llevado al desastre.

Para la mala hierba de la corrupción no hay mejor abono que el silencio cómplice y la fe militante.

Por eso no debe extrañarnos si PSOE y PP, pareja de baile una vez más, ponen todos los palos que puedan en las ruedas de la investigación que se requiere, sobre los reguladores invigilantes, y sobre el rescate de las cajas-chiringuitos.

Obviamente lo que no puede PODEMOS, para poder poder, es parecerse a los partidos corruptos que queremos dejar atrás.

Así que una recomendación sincera: en un partido que quiere construir una nueva realidad (empezando por recuperar viejos derechos) la fraternidad y el encaje de la crítica debe estar por encima de las lógicas del poder y el engranaje frio de los aparatos. Y aunque Iñigo Errejón haya perdido, y Pablo Iglesias haya ganado limpiamente (en parte porque muchos de los que le ponen a caer de un burro, lo que le hacen –visto el origen de la crítica- es un gran favor), Podemos pierde si prescinde de Errejón y de su talento, y si desprecia tanto su esfuerzo como su independencia para la crítica.

Juntos sí. Quietos y mudos, no. Eso ya lo hacen otros.

Y queda el orgullo de que el debate ha sido abierto y limpio.

Hay quien opina que el resultado de Vistalegre-2, ha dejado un hueco en el centro-izquierda de nuestro espectro político, que puede ser aprovechado por el PSOE.

No se considera y se olvida con este análisis, que nuestro espectro político, al igual que el de otros países europeos, sufrió hace ya bastantes años un desplazamiento hacia la derecha y un desvío hacia el azul (colapso involutivo de los derechos), mediante el cual hoy se califica como centro lo que en el fondo es derecha radical y neoliberalismo salvaje.

Por eso, lo que ha supuesto Vistalegre-2 debe interpretarse como el triunfo y una nueva oportunidad para las opciones socialdemócratas que tienen por norte el interés de la mayoría, la defensa del Estado de bienestar, y la protección de los derechos humanos.

Los militantes de Podemos han decidido democráticamente -todo un ejemplo de democracia ágil para los demás- que no quieren saber nada con un PSOE como el que hoy controla los hilos tras amordazar a sus militantes y despreciar la democracia interna, ni tampoco con el PSOE que quiso amalgamarse, prioritariamente, con los postulados neoliberales de C's.

Que sea posible otro PSOE, el futuro lo dirá.

Ya está. Ahora el futuro.

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