Opinión

Mochuelos y ratones

Tras contarnos Pío Baroja en su novela "El árbol de la ciencia" que las costumbres de Alcolea del Campo eran "españolas puras, es decir, de un absurdo completo", y describirnos como Mochuelos (conservadores) y Ratones (liberales) se turnaban para robar el dinero público, lo cual al pueblo robado le parecía bien y normal, de la misma manera que no le parecían ladrones los ricos que defraudaban a Hacienda (sobre este punto, Andrés no era capaz de convencer a su patrona), nos relata cómo nuestro héroe, Andrés Hurtado, protagonista de la novela y medico recién llegado a ese pueblo manchego sin árboles pero con casino, se sincera con los "jóvenes republicanos" de esa localidad, que no se conforman con ese ambiente y situación tóxica enraizada en el turnismo bipartidista, y amagan con un "partido protesta" que rompa la baraja de ese cotarro tan triste y servil.

El médico nuevo, que es joven inquieto y lleno de dudas, y arrastrado por ellas oscila entre dos actitudes vitales muy marcadas y contradictorias: la del escéptico y pesimista inspirado por Montaigne y Schopenhauer, que considera que no merece la pena intentar nada, y la del entusiasmo reivindicativo que no se rinde e intenta cambiar la realidad, presa de una de esas fases depresivas intenta comunicar y compartir su escepticismo del momento, al único brote de rebeldía que languidece en ambiente tan sofocante y cerrado.

“Cuando le hablaban de política, Andrés decía a los jóvenes republicanos:

-No hagan ustedes un partido de protesta. ¿Para qué? Lo menos malo que puede ser es una colección de retóricos y charlatanes; lo más malo es que sea otra de Mochuelos o de Ratones.

-¡Pero, Don Andrés! ¡Algo hay que hacer!

-¡Qué van ustedes a hacer! ¡Es imposible! Lo único que pueden ustedes hacer es marcharse de aquí.

La Historia, que en determinadas cuestiones tiene muy poca imaginación –sobre todo en España- y no hace más que dar vueltas al mismo tema, como el burro en la noria repitiendo el camino ya recorrido, nos trae en el momento actual motivos que ya llenaron las páginas de nuestros literatos de la generación del 98. Páginas tristes y pesimistas.

Hoy también muchos de nuestros jóvenes más lúcidos, agotada la paciencia, se van, y los Mochuelos y los Ratones de siempre se quedan.

No solo se quedan, sino que se invisten, nos desgobiernan, nos roban, y se turnan.

Comentarios