Opinión

Huelga en Asturias

Este fin de semana (9 al 12 de junio) se ha desarrollado una huelga en Asturias. Concretamente en el ámbito sanitario, y exactamente en el SAC, el servicio de atención continuada que equivale a los PAC de Castilla-La Mancha, es decir, a las urgencias de los centros de salud.

A pesar de unos servicios mínimos abusivos impuestos por la Administración asturiana (de nada sirve que luego los juzgados declaren una y otra vez tales servicios mínimos como abusivos) la huelga se ha desarrollado con éxito y cumplido con su cometido: denunciar discriminaciones laborales evidentes y sacar a la luz un problema sin resolver.

Dicha huelga ha recibido el apoyo de muchos pacientes asturianos, que saben de la importancia de estos servicios de atención continuada en la atención primaria, cada vez más relevantes por los vacíos de asistencia y las listas de espera que hoy en día existen para el médico de cabecera. Y ha recibido el apoyo de muchos otros profesionales, desde sanitarios eventuales al personal equivalente de otras comunidades autónomas, por ejemplo el personal PEAC de Castilla-La Mancha. Sin embargo, como viene siendo habitual, algunos sindicatos se han puesto de perfil, mientras que otros han cumplido con su papel.

Lo que ha quedado claro es que estos servicios de atención continuada son fundamentales para el buen funcionamiento de nuestra sanidad, y es que a nadie se le oculta que gran parte del trabajo sanitario y asistencial de la atención primaria (base de todo el sistema) se desarrolla en estos servicios y en ese horario de atención continuada, que incluye tardes, noches, festivos, y fines de semana. Y aquí nos encontramos ya con el primer gran absurdo y la primera injusticia laboral evidente, porque a los sanitarios, médicos y enfermeros, que desarrollan su trabajo en esos turnos no se les abonan los correspondientes complementos de nocturnidad, festividad, y turnicidad, que sin embargo si se pagan al resto de sanitarios y a otros profesionales que trabajan en esas condiciones y en esos horarios. ¿Por qué? Nadie lo sabe. Los sindicatos miran para otro lado y se ponen de perfil.

Mucho nos tememos que el problema arranca de la misma transición del personal de refuerzo al personal estatutario de atención continuada, transición que en el 2005 quiso acabar con la vergüenza –ante Europa- de la figura laboral del refuerzo, y efectivamente acabó con el refuerzo pero no con la vergüenza. O al menos no en la medida en que se esperaba.

Era aquella, como digo, una figura laboral que nos avergonzaba ante Europa, característica de unos tempos en que la administración pública no tuvo mejor ocurrencia que copiar los peores vicios de la empresa privada, y en que los gestores más avanzados eran los que solo conocían la técnica del hacha, para la cual, desde luego, no se necesitan muchos master, sino solo ser del partido político de turno.

En definitiva, era aquella una figura laboral que rozaba la esclavitud y condicionaba hasta los partos de las trabajadoras sanitarias. Su rasgo fundamental era que daba por buena una situación de sometimiento y subsidiaridad de unos trabajadores respecto a otros, puesto que en principio parecía o así se quería hacer ver que el personal de refuerzo estaba al servicio del personal de consulta, como una especie de chico para todo, cuando en realidad era el resultado de una legalidad de obligado cumplimiento y de una necesidad de carácter estructural que se quería enmascarar con contratos discontinuos.

Todo eso pareció que iba a quedar atrás cuando en 2005 los distintos servicios sanitarios de nuestro país acometieron la transición del personal de refuerzo al personal de atención continuada (PEAC en Castilla-La Mancha, SAC en Asturias…), y acabando con los contratos eventuales discontinuos se crearon plazas en plantilla, cubiertas por un tipo de personal que a partir de ese momento debía tener entidad propia, con los mismos derechos que el resto del personal estatutario, no sometido ni subsidiario de otro personal del mismo ámbito, y con unas retribuciones dignas.

En la realidad, muchos de esos supuestos y muchas de esas aspiraciones se vieron frustradas, lo cual se constituyó en un nuevo engaño y una nueva estafa a un personal que ya fue estafado cuando eran refuerzos.

No se respetaron derechos adquiridos para una consolidación en plazo. No se respetó el envejecimiento de unos profesionales que veían pasar los años (desde los tiempos del refuerzo hasta ahora ya ha llovido) sin que se les dieran soluciones siempre postergadas. Se les siguió manejando como personal subsidiario al albur del capricho de otro personal del mismo rango profesional, sin entidad propia, desdibujados. Se les siguió (y se les sigue) estafando en sus nóminas, en sus licencias, en sus derechos laborales, en sus retribuciones por nocturnidad, turnicidad, y festividad, en su conciliación familiar, negándoles incluso su jornada ordinaria de cada mes, que es derecho derivado de su nombramiento, y que es como negarles el pan de cada día y desconocer que hay pagos mensuales que no se pueden postergar, estableciendo para ellos unas extrañas “medias aritméticas” que no se establecen para los demás trabajadores, por las cuales pueden recibir nóminas en negativo, debiendo –por haber trabajado- dinero a esa administración que no respeta su derecho a la jornada ordinaria que deriva de su nombramiento, y que tiene derecho a realizar cada mes, castigando en ocasiones con cambio de centro cualquier iniciativa reivindicativa, maltratándoles en los despachos de gestión, y muchas veces animándoles desde esos mismo despachos de gestión a que abandonen el puesto.

Si en Asturias y en Castilla-La Mancha y en otras comunidades se llega independientemente, cada uno por su lado, a una coincidencia y una convergencia en las reivindicaciones de estos profesionales, es porque en el origen hay un problema común, conocido pero silenciado.

Hay una diferencia notable sin embargo entre Asturias y Castilla-La Mancha. En Asturias los partidos políticos se han puesto de parte de estos profesionales cuyas reivindicaciones consideran justas, y las han llevado hasta el parlamento autonómico. En Castilla-La Mancha no han movido un dedo, y ante los llamamientos que se les hacen, ni responden. Están desaparecidos.

Lo digo abiertamente: los sindicatos tienen hacia estos profesionales una deuda pendiente. Y la Administración también.

NOTA ACLARATORIA:

Para mayor exactitud de los datos consignados en este artículo, conviene señalar que el sindicato que ha respaldado esta Huelga es USIPA (Unión de Sindicatos Independientes del Principado de Asturias).

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