Opinión

¿Hacia el cambio?

Dije en su día que se trataba de teatro, y que día arriba día abajo, su duración estaba predeterminada.

Si acaba siendo efectivamente teatro, supondrá un desprecio a los ciudadanos, una manera de hacerles perder el tiempo, y si su duración estaba efectivamente determinada -casi pactada y programada de antemano- también, pues a la pérdida de tiempo se suma una tomadura de pelo.

Pero este tipo de artimañas políticas, de confirmarse, con ser bastante impresentables, no serían sin embargo, para muchos votantes progresistas que en su día abandonaron al PSOE, una sorpresa, pues no conservan respecto a este partido ningún atisbo de esperanza, y han interiorizado que sus siglas son un sinónimo de engaño y estafa política (desde una perspectiva progresista y de izquierdas), concepto que encierra un significado bastante más negativo que el de contradicción.

Pero ¿Y si ahora fuera distinto? ¿Y si el actual escenario político no fuera fruto del teatro y de la farsa, sino en todo caso un auténtico drama vivido con tensión y angustia, y que tiene mucho de oportunidad para la rectificación y la catarsis?

¿Y si el actual PSOE de Pedro Sánchez, convencido -por la fuerza de los hechos- del error en la línea política -claramente neoliberal y de derechas- mantenida por su partido en las últimas décadas, hubiera decidido acometer un giro radical en la misma, y seguir otro rumbo muy distinto al que durante tanto tiempo marcó Felipe González, admirador y seguidor convencido de las políticas draconianas de Margaret Thatcher?

¿Y si de verdad ya no es Felipe González (y los poderes facticos que están detrás de él) el que manda en el PSOE, tras el último intento fallido de hacerlo a través de Susana Díaz?

Si lo pensamos bien, el objetivo político fundamental y casi exclusivo del PSOE desde el 15M, y con mayor motivo desde la aparición de PODEMOS en la escena política, ha sido descolgarse del ominoso anagrama PPSOE, que por méritos propios de ambos partidos se ha hecho proverbial e indeleble en la mente de muchos votantes, síntoma y símbolo del cotarro bipartidista que nos ha traído hasta aquí.
Entendiendo por "aquí" un escenario político, social, y territorial, muy poco halagüeño y muy poco optimista, al que no se le ven muchas salidas, y cuyos principales perjudicados son los ciudadanos y la misma democracia.

Fruto de ese convencimiento o complejo freudiano, que sin embargo tiene su fundamento en la realidad y los hechos, es el mantra que constituye el mensaje monótono del actual PSOE, que parece preso de una propaganda electoral constante y obsesiva, cuyo único objetivo es marcar distancias con el PP: "el PSOE es la alternativa al PP"; "el PSOE es lo contrario del PP"; "el PSOE es la primera fuerza del cambio en España", repiten machaconamente una y otra vez.

Ahora sólo hace falta que los ciudadanos, en base a hechos contrastados, se lo crean.

Rajoy, que desde que preside nuestra vida política, ha dado continuos ejemplos de un comportamiento extraño e inexplicable, además de bastante indiferente a las consecuencias de su política de recortes (no hay reformas, hay recortes), y que es -como político- mera cadena de transmisión de las órdenes de Ángela Merkel y los bancos alemanes, en su última salida "ingeniosa" toma ya abiertamente la actitud decidida de un personaje inmaduro, de un niño maleducado, que plantea a sus compañeros de juego encerronas muy propias de un niño de papa: o yo o elecciones en Navidad, ha dictaminado. Precisamente en Navidad, para que resalté mejor la obligación de rendirle pleitesía y ceder a sus chantajes.

Ha tardado poco García Albiol, exponente máximo de la "finura" y seny del PP, en “hacer amistades” y salir a la palestra retando a Pedro Sánchez: "a ver si tiene narices (Sánchez) de enviar a los españoles a votar en Navidad".

Pues ni Rajoy ni elecciones en Navidad, sino un gobierno del cambio es la alternativa.

Pero para eso se necesita que un PSOE regenerado de verdad (hasta ahora ha sido el otro polo y puntal de la corrupción) y reconducido por savia nueva, intente converger con las otras fuerzas progresistas de este país, y unos y otros sean conscientes de este momento histórico en que tanto nos jugamos los españoles y los europeos.

Si los europeos llegan al convencimiento de que una Europa progresista no es posible, Europa no saldrá adelante.

El error de Pedro Sánchez fue desoír el mensaje del 15M, e intentar entenderse antes con la derecha alternativa y estética de los banqueros (CIUDADANOS), que con las fuerzas progresistas que debieran serle más próximas.

¿Habrá llegado el líder del PSOE a ese convencimiento? ¿Vamos hacia el cambio "real" de lo que representa la política de Rajoy?

¿Podrá hacerse efectiva la opción política de la mayoría de los españoles, que es contraria a un gobierno de Rajoy y del PP?

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