Opinión

Cambio y hojarasca

Como viene siendo la tónica habitual del cambio climático, septiembre cae y llueve en octubre. Y como viene siendo la tónica habitual del cambio político, no cambia nada.

Los mangantes de siempre repiten.

Nada nuevo bajo el sol. Lo que fue será. Lo viejuno disfrazado de post modernidad y desbloqueo. Desempolven el palio y el catecismo del padre Astete, que a lo peor se usa para presidir este nuevo desfile hacia al interior de la caverna. Un pase de modelos hecho de retales. Un nuevo Frankenstein resucitado, aunque corrupto. Sólo ha hecho falta coser una mentira con otra. Un Rajoy con una Susana.

Ya lo anunció la profetisa, hilo y guadaña en mano.

Caído el telón, muchos militantes y votantes socialistas, cuyo voto ha servido para aupar y dar talla histórica a Rajoy (un fraude al parecer legítimo, valga la contradicción), en su desorientación y cabreo están esperando que alguien se acerque a ellos, e indicándoles con la mano extendida que miren hacia una cámara hasta ahora invisible, les confirme que todo ha sido una broma pesada, un mal sueño.

O que ha sido uno de esos falsos documentales de extremado verismo, fraguado durante meses, con el que nos convencen de que nunca hemos llegado a la luna, y que todo fue un montaje cinematográfico. Así, ahora intentan convencernos de que el PSOE y sus votantes nunca apoyaron a Rajoy y sus trampas, que todos los participantes eran actores (incluidos los militantes gritones enjaulados entre vallas), y el escenario de Ferraz, pura tramoya.

Pero la alarma del despertador ha sonado y toca abrir los ojos. De la misma forma y por las mismas razones que ahora tantos socialistas despiertan, hace ya tiempo otros muchos despertaron. Y los despiertos empiezan a ser multitud.

En el “aparato” lo saben. Por eso ayer, en un rincón especifico de Ferraz, mientras trascurría una votación ya previamente decidida e informada al rey, los paraguas contra la lluvia y las maletas de mano, las carteras y demás enseres, se apelotonaban en cerrada formación y disciplinada mentira para salir por piernas hacia el AVE liberador.

El cambio climático, dicen los que saben de estas cosas, es obra del hombre. Y la falta de cambio político -una oportunidad para alejarse de la corrupción y la indignidad- también.

Aquí rige la física de las grandes masas, de los grandes bultos, de los grandes miedos, de las grandes coaliciones, de los grandes fraudes, de los grandes poderes, una física newtoniana. Que sólo es verdad en apariencia. Sólo un milagro cuántico -un golpe de suerte que oponer al golpe de mano- podría desviarnos de nuestra carrera cerril hacia ninguna parte. Esa es nuestra gravedad: orbitar el vacío y el espacio saqueado. En pleno otoño despertamos al invierno, y la hojarasca caída deja ver las ramas desnudas.

El desierto como horizonte que ya se vislumbra, no es un espejismo: es lo que tenemos delante.

Ya empieza a faltar el agua de las pensiones, de la que tantos -grandes y pequeños- beben para no morir.

Nos guían, sedientos, hacia pozos secos los becerros de oro que nunca pasan sed. Cada vez más dentro de la boca del lobo, cada vez más ciegos.

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