Opinión

Castellano-manchegos por el mundo catalán

Me gusta Cataluña. No tengo familia allí, ni he vivido allí y ni siquiera soy del Fútbol Club Barcelona. Pero desde el centro geográfico de España ...

Me gusta Cataluña. No tengo familia allí, ni he vivido allí y ni siquiera soy del Fútbol Club Barcelona. Pero desde el centro geográfico de España siempre he mirado con especial interés al Nordeste del país para aprender de su cultura, patrimonio, paisajes,  gastronomía, etc. Por todo ello, y por sus playas, un verano más planifiqué descansar unos días en algunos pueblos y ciudades de la Costa Brava. Y personalmente, me entristece mucho la situación que se vive allí con el debate del independentismo, agudizado en los últimos años.

De todo lo oído y leído estos días por estas tierras, me quedo con una conversación entre dos votantes en los próximos comicios catalanes del 27 de septiembre en la que uno decía: “cuando leo opiniones burlescas sobre Mas y compañía, me dan ganas de votar la lista de Juntspel Si”. El otro le increpó: “¿y cuando esas mofas son en sentido contrario no te pasa lo mismo?”. “Por supuesto”-fue la respuesta del primero-, a lo que añadió entre otras cosas que no soportaba las cavernas mediáticas “de aquí y de allí”. La conversación continuó hasta que el segundo en intervenir cerró el debate con la aclamación: “ahora bien, una parte del argumento independentista tiene fundamento porque la España de Rajoy y del Tribunal Constitucional ha situado a Cataluña entre la espada y la pared. No nos dejan margen de maniobra y nos han metido en un callejón sin salida”.

Estoy convencido que muchos de los que votarán a la lista de Juntspel Si no son independentistas -que los hay-, pero sí comparten de alguna manera los argumentos independentistas. Sienten que la gran mayoría de los españoles no quieren oír hablar de las demandas catalanas, ni del reconocimiento de su identidad. Y aquí es donde nos toca jugar un papel a los quenos impusieron en la Transición una identidad castellano-manchegade la que hoy, por supuesto, también nos sentimos orgullosos.

Ahora analicemos las conversaciones que tenemos aquí de la problemática de allí, e intentemos responder a la pregunta del millón: ¿es mayor el anticatalanismo de aquí o el antiespañolismo de allí? Por lo que leo en prensa y en redes sociales y por una cuestión matemática (de población del resto de España), me atrevo a decir que existe un mayor número de anticatalanes que antiespañoles. No sé si fue antes lo uno o lo otro; el huevo o la gallina. No sé si esto viene de la batalla del 11 de septiembre de 1714,de la Dictadura, de los pactos de Pujol con González y Aznar, de los gobiernos ‘tripartito’ del PSC o de la rivalidad futbolera entre el Madrid y el Barcelona. Lo único que sé es que los que defendemos la identidad de España tenemos un problema, y no se puede resolver sólo en Cataluña. Las ‘cavernas mediáticas’ nos hacen creer que es un tema político, pero es mucho más profundo. Diariamente oigo demasiado aquello de “si se quieren ir, que se vayan”, como si la mayoría de los catalanes quisieran hacerlo. Aunque a lo mejor, si te oyen decírselo en su cara… es cuando les entran ganas.

Para dar luz a la problemática, he encontrado un punto en el que apoyarnos: el 84% de los catalanes (según Metroscopia) afirman que, por su historia y cultura, su país tiene unos rasgos característicos propios que le otorgan un perfildiferenciado dentro de España. Pero a su vez, una mayoría muy amplia(75%) tienen una visión complementaria de las identidades catalana y española.¿Podemos ser complementarios? Yo creo que sí. Cada uno que asuma su responsabilidad y actúe en consecuencia en sus círculos. Respeto y empatía. Los políticos que nos han llevado a esta situación seguirán a lo suyo.

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