Opinión

Deflación, política monetaria y crecimiento

El nivel de precios se sitúa en niveles preocupantes en algunos países de la UE. En agosto para el conjunto de la UE la inflación en...

El nivel de precios se sitúa en niveles preocupantes en algunos países de la UE. En agosto para el conjunto de la UE la inflación en tasa interanual se situó en el o,3%. En España, durante los meses de julio y agosto se ha colocado en niveles negativos también en tasa interanual (0,3 y o,5%).

Este comportamiento de la inflación amenaza con acercarnos una vez más a una deflación generalizada que puede condicionar la incipiente recuperación de empleo. Las características fundamentales de un proceso deflacionario son la escasa demanda interna y externa y, consecuentemente, bajas tasas de crecimiento y tasas de inflación negativas y persistentes en el tiempo.  

El proceso deflacionario se produce porque al reducirse los precios  y, en consecuencia, los ingresos por ventas de las empresas se provoca una reducción del margen de beneficios de las empresas en el mejor de los caso, o un aumento de pérdidas en el peor.Ello se debe a que la estructura de costes de las empresas suelen ser más inflexibles a la baja a nivel temporal que los ingresos. Pensemos, por ejemplo, en la dificultad de ajustar los costes laborales o en los costes energéticos de las empresas que no se puede modificar a corto plazo.

El menor margen empresarial suele ir acompañado de una reducción de la inversión empresarial, agravando el efecto de reducción de la demanda agregada y afectando al empleo.La reducción de empleo recortará la masa salarial, limitando la demanda de consumo. Esto genera unos efectos de segundo ronda ya que las ventas de las empresas inician una nueva espiral de menores precios, menores ventas, menores ingresos, aumento de pérdidas, menor inversión, reducción de empleo y salarios, etc.

A ello se une el elemento expectativas, la deflación hace que los consumidores pospongan sus compras, especialmente, de bienes de consumo duradero, en espera de que los precios se reduzcan más todavía.

En definitiva, toda esta dinámica genera un circulo vicioso que se autoalimenta de reducciones de la demanda, caídas en el empleo, disminuciones en el consumo, la inversión y el crecimiento y provoca nuevas bajadas generalizadas de precios, generando una implosión del sistema económico.

Desde el punto de vista financiero, las deudas de las empresas con bancos se mantiene constantes en términos nominales pero aumentan en términos reales al disponer de menos ingresos para pagarlas, agudizando el problema del endeudamiento al aumentar el valor real de las deudas, creando serios problemas a las empresas deudoras para devolver lo que deben y , por derivación, a sus acreedores ante el probable aumento de la morosidad.

Para evitar este proceso, es preciso aplicar políticas inflacionarias, es decir, políticas monetarias y fiscales expansivas. Como las políticas fiscales expansivas, en estos momentos de necesaria consolidación fiscal por los déficits acumulados, no son aconsejables ya que generan deuda pública y subida de tipos de interés con el consiguiente incremento de los gastos financieros del estado. Solo quedan políticas monetarias expansivas pero de un efecto limitado si no se traduce en mayor impulso de la demanda  agregada.  Por ello, el BCE lleva desde el mes de junio aplicando y preparando un paquete de medidas de choque que aumenten la circulación  monetaria de las economías europeas y faciliten el acceso al crédito de empresarios y consumidores. Este tipo de medidas nos beneficia especialmente por dos motivos.  Primero, porque  el peligro de deflación en España es real después de que los precios cayesen en Agosto un 0,5 en tasa interanual, y, segundo,  porque el crecimiento español, con ser importante y superior a la media de laUE, está cogido con alfileres debido al desplazamiento de la demanda externa por la demanda interna, más proclive a comportamientos inestables. De hecho, las previsiones apuntan a un último trimestre de 2014 donde el consumo puede debilitarse como consecuencia de repunte del paro por motivos estacionales vinculados a la finalización de los contratos temporales de verano, mientras que la demanda externa se está resintiendo debido al escaso o nulo crecimiento de nuestros socios europeos, principales clientes, Alemania, Francia e Italia, a la pérdida de competitividad debido al repunte de los costes laborales en un 1,1% en el 2T de 2014 y al encarecimiento  relativo de nuestras exportaciones. Por ello, España se debe ver beneficiada por una política monetaria que induzca una depreciación del euro frente otras divisas con el fin de recuperar por esta vía un flujo de exportaciones procedentes de países ajenos a la zona euro. 

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