Opinión

No al aparato, sí a un nuevo proyecto

Tras más de seis meses desde aquel Comité Federal del 1 de Octubre, el pasado día 21 los militantes socialistas fueron a las urnas y votaron masivamente, cerca del 80 por ciento. Y lo hicieron dando una lección de madurez democrática y de libertad que conviene saludar.

El resultado viene a demostrar que las bases del PSOE estaban totalmente divorciadas del aparato del partido, de sus líderes territoriales actuales y de sus líderes históricos. Han votado diciendo no a todo ello, y apostando decididamente por Pedro Sánchez, por otro modelo de partido y por otra política muy diferente a la practicada últimamente.

Y además lo han hecho de forma clara votando a Pedro Sánchez, tanto en porcentaje –más del 50 por ciento- como territorialmente –en 15 de las 17 CC.AA-. Y todo ello para sorpresa de propios y extraños. Ha sido una demostración de libertad y firmeza, frente a todo tipo de amenazas, de presiones, de anuncios apocalípticos. La inmensa mayoría de los afiliados se ha plantado, ha votado y ha dicho a las claras que basta a la práctica de unas políticas con las que no están de acuerdo y a unos métodos de dirección burocratizados y alejados de los problemas reales de los ciudadanos.

¿Por qué ha ocurrido esto?. ¿Qué razones de fondo han llevado a este divorcio entre base y  aparato del Partido?. Sin duda muchas. 

Aunque tenga raíces más profundas, este divorcio tiene mucho que ver con la crisis económica de 2007, y las medidas adoptadas por Zapatero frente a ella, especialmente entre 2010 y 2011: no plantarle cara ni a Merkel, ni a la Troika; rebaja de salarios a empleados públicos y pensionistas; reforma laboral, reforma exprés de la Constitución; apretar solo a las clases medias y trabajadoras y poco o nada a los de arriba, a las pudientes; no haber entendido bien las razones de fondo del 15M, y un largo etc.

Todo ello da como resultado una fuerte pérdida de credibilidad social y electoral  del PSOE, concretada primeramente en las elecciones Municipales y Autonómicas de 2010 y posteriormente en las Generales de 2011, donde el PP gana por mayoría absoluta en todas ellas. Con el poder político en sus manos el PP inicia una etapa de fuertes recortes sociales, laborales, poniendo en peligro el Estado del Bienestar y los derechos conquistados durante años, y al tiempo que se limitan de las libertades individuales y colectivas. Pese a la fuerte contestación social, especialmente por los sindicatos de clase y las diferentes mareas, Rajoy y sus gobiernos persistieron en esa política de recortes y de eliminación de derechos.

Tras esos largos cuatro años de gobierno del PP, en 2015 los ciudadanos cambiaron con su voto el mapa político español, castigando al PP y al PSOE y dando entrada a dos nuevos partidos -Ciudadanos y Podemos-, abriendo la posibilidad de una nueva alternativa de gobierno que pusiera al PP y sus políticas al pairo.

Pero ello no fue posible, no lo permitieron ni unos ni otros. La chulería, la bisoñez, la inexperiencia, los intereses partidarios y cortoplacistas, los vetos y también el bloqueo que el Comité Federal del PSOE impuso a su Secretario General, a Pedro de Sánchez, impidiéndole que sondeara un posible gobierno con Podemos, fueron las razones. Ante la imposibilidad de un gobierno alternativo a Rajoy y al PP, se convocan nuevas elecciones, en las que la izquierda sale más debilitada, y se refuerza la derecha, aunque sin apoyos suficientes para lograr formar Gobierno.

La gota que colma el vaso de los votantes del PSOE y especialmente de sus militantes, es la defenestración de Pedro Sánchez, mediante una argucia estatutaria, previa a aquel tenso, por ser suave, Comité Federal del 1 de Octubre. El objetivo de tal maniobra fue claro: posibilitar mediante la abstención, el que Rajoy fuera investido nuevamente Presidente, con el interesado argumento de que no se podía ir a unas nuevas elecciones.

A todo ello los afiliados del PSOE han dicho que no. Pero además dicen si, a un nuevo proyecto político socialdemócrata y de izquierdas, a una nueva dirección, a nuevos métodos de trabajo, a la claridad y la firmeza, a un compromiso entre lo que se promete y se hace, a una nueva forma de hacer y entender la política, en definitiva. Y además lo han hecho con un grado de movilización y de ilusión que ha sorprendido al propio aparato del PSOE, al conjunto de sus cargos públicos y a los poderes mediáticos que han estado y están apoyando esta solución.

¿Y ahora que hacer, como canalizar y administrar ese gran capital humano y político acumulado? Es evidente que no se debe entrar como elefante en cacharrería, pero tampoco dar la sensación de que aquí no ha pasado nada y que las estructuras territoriales y provinciales están bien como están y que se ha de seguir haciendo la misma política. En esta ocasión el maquillaje no puede ni debe valer.

Es evidente que hay que unir al partido, pero hay que unirlo a un proyecto, a una dirección fuerte, capaz y respetada dentro y fuera del partido, pero que a su vez esta sea ágil, dinámica, cercana a los militantes, a los votantes y a los ciudadanos, poniendo fin a un sistema burocratizado como el que se conoce en muchos lugares donde el que quien piensa y opina diferente es ninguneado, cuando no laminado; un partido en el que sus dirigentes estén en la calle, con los ciudadanos, con sus inquietudes, con sus problemas. Y además elaborando una propuesta política, económica y social, capaz de ilusionar a la mayoría de la sociedad, sabiendo que los intereses de los más débiles, de los trabajadores, de las mujeres, de los jóvenes, de los pensionistas, de las clases medias y trabajadoras debe están muy por encima de los intereses de los poderosos, de los ricos, de los de siempre, en definitiva. 

Así, y poniendo fin de una vez a la corrupción, se recuperara la credibilidad en la política y en los políticos, en las instituciones democráticas. Y así será como se crearan las condiciones políticas y sociales necesarias para terminar de una vez con esta derecha que ha estado, está y estará siempre al servicio de los poderosos y no de las clases populares. A este proyecto hay que llamar a todos a implicarse, especialmente a los jóvenes.

No es tarea fácil, hay que hacer encaje de bolillos, hay oír mucho, tener mano izquierda, pero es lo que toca hacer a quienes han recibido la confianza los militantes del PSOE.

Y todo ello deberá verse con nitidez en la segunda parte, en el Congreso Federal del PSOE del mes de Junio.

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