Opinión

Lo comido por lo servido

Cada vez entiendo mejor esa expresión tan castellana de “comidos por servidos”, que de manera tan castiza hemos escuchado siempre, a veces con la socarronería propia de una broma o con la evidencia de una situación como la actual.  Puede ocurrir que hayamos hecho un trabajo sin obtener ganancia alguna, porque los gastos se equiparan con los beneficios, por lo que ni se gana ni se pierde. En general, la sensación que tienen los trabajadores en España es lo insustancial del trabajo, no solo por la temporalidad, sino por lo escaso del sueldo. Esto provoca varias reacciones, como un enfado perpetuo en el asalariado, que no está motivado para hacer una tarea, que debería ser gratificante en unas condiciones dignas, según han intentado siempre con mejor o peor fortuna los sindicatos, a lo largo de la historia.

Se ha hablado mucho de la desigualdad social, también hemos escuchado que hay trabajadores pobres, porque la ansiada nómina, que todos esperamos a fin de mes, no nos sirve para cubrir las necesidades esenciales de vivienda y alimentación,  mucho menos es el revulsivo para un consumo extraordinario en forma de capricho, que todos merecemos en una sociedad plenamente consumista. En general, al  trabajador se le presenta un dilema ante una oferta laboral, porque aceptarla genera más gastos que ingresos, puesto que  además de un salario insuficiente, si se precisa la movilidad geográfica, el obrero está expuesto a todo tipo de especulaciones, por no decir aberraciones, en los alquileres de vivienda.

En Ibiza, la meca del turismo y mayor máquina de hacer dinero,  los trabajadores que llegan a la isla viven en balcones y  los médicos en habitaciones  del hospital, por no poder adquirir una vivienda digna. En definitiva, en su vida laboral, salen comidos por servidos.

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