Opinión

Los nuestros

Jesús Gómez, diputado del PP en la Asamblea de Madrid, advirtió a Esperanza Aguirre en dos ocasiones de que Ignacio González, ahora en la cárcel por la Operación Lezo, tenía una cuenta en Suiza. Pero Aguirre se fió más de su protegido que del denunciante, quizás porque González "era muy convincente, sabía mentir con naturalidad", ha dicho en una entrevista en la Cadena SER. Pero la cosa no queda ahí. Afirma este diputado que también se lo contó en reiteradas ocasiones a Carlos Floriano y a Juan Carlos Vera, entonces con responsabilidades en el PP nacional.

El testimonio ilustra una realidad tremenda. No es que el PP ignorara los indicios sobre Ignacio González sino que cuando le transmitieron los indicios los ignoro. Que parece lo mismo pero es justamente lo contrario. Y esa respuesta blanda respecto al potencial delincuente es lo que hace que, cuando el individuo se convierte en presunto delincuente cuando un juez le manda a prisión, la responsabilidad política caiga inexorablemente sobre ti como un alud.

Pero esa responsabilidad no puede quedar en Esperanza Aguirre por su ineptitud al elegir y vigilar a sus elegidos. La operación Lezo nos está proporcionando otros detalles muy inquietantes. Como que el juez instructor, según ha informado la SER, ordenara instalar un micrófono en el despacho de Ignacio González para sortear las precauciones que estaban tomando los investigados, avisados "desde el primer minuto por filtraciones", chivatos bien informados, para entendernos. Y*El Español*ha desvelado un SMS que el ministro de Justicia, Rafael Catalá, envió al ya investigado González el pasado 3 de noviembre con un "ojalá se cierren pronto los líos". Dicen en el Ministerio de Justicia que el mensaje se refería a "los líos" de la política, en general.

Y es posible que sea así, que todo lo que nos cuentan sean sorprendentes casualidades y malentendidos. También puede que el hermano de Ignacio González charlase con el secretario de Estado de Interior de las genialidades de Leo Messi, porque como ha explicado el ministro del Interior en el Senado las 9,30 de la mañana no es hora para delinquir, o que el exministro Fernández Díaz se reuniese con Rodrigo Rato en su despacho oficial para charlar del Año Santo Lebaniego, o que el expresidente de Murcia soltase en una entrevista información que sólo tenía entonces la Fiscalía General porque una paloma mensajera la depositó en su casa con puntería propia de Leo Messi o de santo Toribio. Pero los citados entenderán que el personal ande mosqueado porque, como ha dicho Rajoy hace unos días, la lotería toca muy pocas veces en la vida. Y es difícil tanta acumulación en tan pocas y precisas manos.

Así que es normal que se extienda la sensación entre la ciudadanía de que existen vasos comunicantes entre los actuales responsables de Justicia e Interior y los presuntos delincuentes. Y esto ya resulta tan insoportable como que el partido gobernante, que dice ser el paradigma de la lucha contra la corrupción, se dedique a destruir a martillazos discos duros con potenciales pruebas judiciales. Porque sólo cabe imaginar una cosa peor que ser robados y es que quienes tienen que protegernos de los ladrones se dediquen a colocarlos en una lista electoral, a mantenerlos y protegerlos en las instituciones a pesar de los indicios, o a darles chivatazos o cariñitos cuando la investigación judicial ya los tiene por presuntos delincuentes.

Comentarios