Opinión

¿En forma de simulación?

Desde hace catorce años la mayoría de la población española se siente próxima a los familiares de los 62 militares muertos en la tragedia del Yak 42. Comprendimos su inmenso dolor por la pérdida de sus seres queridos y entendimos su desolación y su indignación ante el desprecio con que fueron tratadas las víctimas y los insultos recibidos por atreverse a denunciar aquel estrafalario proceso. Y como entonces compartimos aquel dolor, celebramos hoy sus "grandes esperanzas" expresadas tras la reunión con la nueva ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal.

La ministra ha asumido el contenido del dictamen del Consejo de Estado que responsabiliza al departamento dirigido entonces por Federico Trillo del accidente y reconoce que ese avión nunca debió despegar. Un cambio de actitud que ellos mismos han calificado de "oro moral". La propia Cospedal ha reconocido en declaraciones a la COPE que ha cambiado la "línea tradicional" del Ministerio en lo relativo al accidente del Yak 42 porque "la responsabilidad objetiva de la Administración hay que reconocerla". Y ha remarcado: "Obviar que hay una relación entre cómo funcionó la Administración y el trágico suceso es algo que a todo el mundo le sorprendería".

No sabemos en qué se traducirá este cambio de rumbo en la línea tradicional que hasta ahora había mantenido Defensa. Pero de momento la ministra ha demostrado una sensibilidad que nunca mostró el exministro Federico Trillo y que tampoco demostró Rajoy cuando se desveló el informe del Consejo de Estado e intentó despachar el asunto diciendo que no lo había leído, que el accidente ocurrió hace muchísimos años y que ya estaba sustanciado judicialmente. Es verdad que la ministra Cospedal tenía el dictamen en su despacho desde el pasado mes de noviembre y sólo ha reaccionado cuando lo desveló El País. Confiamos en que la rectificación anunciada, aunque haya sido en diferido, no lo sea en forma de simulación. Aunque alguna cosa que convendría hacer, como destituir inmediatamente a Federico Trillo de una embajada que nunca mereció recibir como premio, no depende de ella.

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