Opinión

Funciones ecológicas de los campos de golf

Los campos de golf representan un importante reservorio para la fauna y flora autóctonas, su implantación puede ayudar a restaurar...

Los campos de golf representan un importante reservorio para la fauna y flora autóctonas, su implantación puede ayudar a restaurar ecosistemas degradados, reducir la erosión, actuar como un filtro para la percolación de aguas residuales contaminadas, favorecer la recarga de acuíferos, ayudar a controlar el efecto invernadero y poder llegar a ser un importante vector de educación ambiental.

Ya hemos comentado en nuestro anterior artículo (Golf y Biodiversidad) el importante efecto ecotono, o efecto de borde producido entre diferentes áreas paisajísticas, en las que están situados los campos de golf, lo que representa un incremento importante de variabilidad en la biodiversidad de vegetación y fauna del entorno gracias a las peculiaridades introducidas en el ecosistema por las características de los elementos naturales propios de un campo de golf (céspedes, hierbas altas, arbustos, matorral, bosques, dunas, suelos arenosos o de arena de playa en bunkers, canales y lagunas, zonas húmedas y encharcadas etc.

Si el diseño topográfico de los campos de golf se realiza con un criterio conservador de la topografía y geomorfología del relieve natural, la implantación de corredores de céspedes y zonas de hierbas altas y matorral, así como replantación de arbolado en zonas yermas, favorece el control de la erosión, en cualquier tipo de clima, especialmente en los suelos áridos y semiáridos de la región mediterránea, y muy especialmente en la costa Mediterránea y la muy erosionada esquina sudeste de la península Ibérica, así como en zonas del interior continental de Aragón, Andalucía, Extremadura y las dos Castillas, sobre todo, actuando como barrera de los procesos de desertización.

Los muy abundantes campos de golf diseñados sobre zonas áridas, desprovistas de vegetación y suelos eriales, han proporcionado protección de la erosión y restauración del paisaje, convirtiéndose en vergeles seminaturales donde ha vuelto la colonización de la fauna debido al enriquecimiento de los sustratos nutritivos en los que se practica el juego, y a los hábitats que proporcionan los diferentes ambientes naturales creados en los campos de golf. Suponen, por tanto, una oportunidad de recuperación de terrenos degradados cuando no completamente baldíos y hasta contaminados, como en el caso de antiguos vertederos controlados o incontrolados y  áreas colindantes y/o cercanas a Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales (EDAR).  Se produce así la recuperación del paisaje  a través de de la revegetación, de la colonización por la fauna y flora, y de la revalorización económica y social del suelo.

La reutilización de las aguas residuales para el riego, superando ciertos aspectos técnicos de sus características iónicas y grado de salinidad adecuadas para el riego de greenes y fairways (calles), supone una importante función de sanidad ambiental,  al facilitar la retención de los contaminantes mediante la acción del prolijo y abundante sistema radical de las herbáceas y resto de plantas utilizadas en el tapiz del suelo de los campos de golf. La percolación de aguas contaminadas, (y no sólo de las depuradoras, también de aguas freáticas previamente contaminadas por usos industriales y /o urbanos), debido al ritmo y grado de filtración ejercida por los suelos y vegetación del campo de golf, se convierte en un eficaz sistema natural de recarga de las aguas subterráneas  y, al mismo tiempo, de proceso de depuración natural y barrera para que dichas aguas contaminadas no lleguen a alcanzar los acuíferos utilizados para riego y consumo de agua potable.

Respecto a uno de los grandes problemas medioambientales que afecta a la totalidad del planeta: "El efecto invernadero y cambio climático", los campos de golf están contribuyendo favorablemente a retirar una gran cantidad de CO2 de la atmósfera, no sólo por la función fotosintética de la vegetación propia de sus instalaciones, que incluye buenas masas de arbolado, sino también por la eficiente fijación del principal gas invernadero llevada a cabo en las balsas y lagunas de agua, como las utilizadas en los campos de golf, que representa un absorción entre 25 a 50 veces superior a la absorción realizada por los bosques, según demuestran los estudios recientes sobre lagunas artificiales en superficies agrícolas, realizados por la Universidad de Iowa (EEUU) con la colaboración del CSIC de España.

En cuanto al consumo de agua: decir, en primer lugar, que no es cierta la manida afirmación de que los campos de golf producen la sangría del agua en España. Para ello se pueden analizar los siguientes datos:  El consumo de los campos de golf en España es de unos 100 Hm3,  lo que representa el 0,5 % del consumo agrícola y un 1% de las pérdidas producidas en el regadío de toda España, sin contar otras pérdidas en el consumo de agua para usos industriales, energéticos y urbanos.

Estas cifras son realmente menores en cuanto a un uso primario, ya que hay que considerar  que alrededor de un  50% de los campos de golf de la España Seca, utilizan agua reciclada o procedente de plantas desaladoras, y desde  2010 entró en vigor la ley que obliga a todos los campos de golf a utilizar aguas recicladas y de pozos no potables, por lo que los datos de consumo que acabo de citar, ponderados sobre el agua de regadío, son muchísimo menores y se convierten solo en una referencia comparativa respecto al agua de riego, lo que es pertinente para demostrar y desterrar la falsedad de la idea de que el golf no puede ser hídricamente sostenible. Además, muchos campos de golf recogen aguas de lluvia y de arroyos temporales que reutilizan como mantenimiento de los obstáculos de agua existentes en los recorridos de golf y como abastecimiento de riego, y se están imponiendo cada vez más en los campos de golf (por su optimización económica y medioambiental) los sistemas de riego informatizados que utilizan tensiómetros que miden la evapotranspiración (ETP) de la vegetación para regar sólo cuando es imprescindiblemente necesario, lo que ha supuesto un ahorro de un 40% respecto a lo gastado en los últimos 15 años. Estas técnicas tienen que ir imponiéndose y trasladándose a otros usos consuntivos de agua como en la industria, agricultura, ocio, energía, etc. para hacer posible un consumo más eficiente y sostenible,

En España existe una mentalidad popular que asocia al golf con destrucción de la naturaleza y derroche  de los recursos hídricos, quizá porque sigue anclada en la sociedad esa mentalidad que relaciona el golf con el elitismo existente en su implantación histórica, y entonces, claro, se convierte en objeto de reproches y fabulaciones, más relacionadas con la mala actitud sociopolítica y ecológica que con un conocimiento crítico real y juicioso de la verdadera realidad. Tampoco se ha sabido comunicar los avances experimentados en el sentido de abaratamiento económico de la actividad y de sus beneficios sociales y ambientales, por parte del propio sector, algo que estamos iniciando desde hace pocos años.

Muchos campos en el Reino Unido y Escocia, cuna del golf, están declarados lugar de especial interés científico y se encuentran protegidos por el "Nature Conservancy Councial". Lo mismo ocurre en EEUU a través del Gobierno Federal y de  la "Audubon Society" que ha creado el proyecto "Sanctuary Program for Golf Courses", debido a la inmensa reserva de biodiversidad que se alberga en los campos de golf. Todavía en España, salvo excepciones, la Administración asume muy poco o nada, la información y facilitación del interés medioambiental, social y hasta educativo de los campos de golf, especialmente cuando se gestionan con criterios de respeto y potenciación de los valores naturales y de conservación del patrimonio, incluido su alto interés económico dentro del sector turístico y de ocio y como yacimiento creciente de oferta laboral.

A pesar de ello, como en todo orden de cosas, existen algunos campos de golf excesivamente artificiales y desnaturalizados, asociados a especulaciones urbanísticas y derrochadores de agua, que habrá que exigirles si procede, como a toda forma de consumo, un eficiente uso de los recursos, una adecuada gestión ambiental y un uso público de carácter más abierto. Ya existen en Europa y en nuestro país estímulos para la gestión sostenible de los campos de golf, como lo son, por ejemplo, los proyectos de reconocimiento a la gestión sostenible de los campos de golf a través del premio Madera Verde y el proyecto GEO sostenible, además de la legislación específica medioambiental aplicada a los campos de golf,  a través de las normas ISO 14001 y EMAS. 

Comentarios