Opinión

Cargarse la reforma laboral

¿Nos cargamos la reforma laboral? Los sindicatos y el PSOE -por supuesto también Podemos- apuestan porque sea una "línea roja" en la negociación con el Gobierno. Es decir, que o Rajoy da marcha atrás voluntariamente o le forzarán a hacerlo, unos en el Parlamento y otros en la calle. Sin embargo, los últimos datos de creación de empleo de diciembre confirman que 2016 ha sido un buen año en la lucha contra el desempleo y basta ver el movimiento en los comercios, la venta de coches y otras cuantas cosas para darse cuenta de que la situación empieza a cambiar. Quienes quieren invertir la política de empleo deberían explicar qué quieren hacer y cuánto nos va a costar. Porque los hechos son rotundos: en diciembre de 2017 hay más de medio millón de nuevos afiliados a la Seguridad Social que hace un año, casi cuatrocientos mil parados menos y hemos bajado de los 3.800.000 desempleados, cuando no hace demasiado estábamos muy por encima de los cinco millones y no parecía posible parar esa terrible sangría. Es cierto que ha aumentado la precariedad y que han bajado sustancialmente los sueldos. Que ser mileurista hoy es casi un privilegio y que sigue habiendo demasiados contratos temporales, demasiados jóvenes sin empleo -la cifra del cincuenta por ciento es un insulto a la racionalidad-, demasiados parados de larga duración y demasiados trabajadores cuya esperanza real de encontrar un empleo, después de demasiados años en el paro, es inferior a cero. El desempleo es el problema capital de los españoles y un peso insoportable si queremos salir de verdad de la crisis. Pero lo que importa es qué vamos a hacer para crearlo. Frente al aumento del empleo público que demandan los sindicatos, que es pan para hoy y hambre para mañana para todos salvo para los que se colocan, la clave está en el modelo industrial que queremos para este país. Y sobre eso no hablan nada o casi nada los sindicatos. Fernández Toxo dice que la reforma laboral ha provocado "una brutal pérdida de calidad del empleo", y que hay que acabar con ella "del todo y rápido", pero oculta que con las políticas anteriores lo brutal fue la pérdida de millones de empleos. Y eso sí que deteriora el estado del bienestar. El PSOE ha conseguido llevar al PP a un aumento sustancial del salario mínimo y, ahora, unos y otros deberían sentarse en la mesa para que la mejora de la situación económica llegue a todos. Lo que no es posible es recuperar de golpe todo lo que se perdió por las políticas equivocadas, muchas impulsadas y defendidas por los sindicatos. No es de extrañar que éstos cada vez cuenten con menos militancia y con menos concurrencia a sus manifestaciones, como sucedió en la convocada hace unas semanas.

Hay que cambiar muchas cosas en España: el modelo industrial del que carecemos hoy; la educación, base de un empleo futuro de calidad; la inversión en investigación e innovación, la gran apuesta de futuro; las garantías del Estado del Bienestar, hoy con más amenazas que seguridades; incluso la legislación laboral, porque hoy tenemos más de 7.000 leyes de imposible cumplimiento y que son barreras y no oportunidades para crear empleo. Necesitamos políticas que incentiven el empleo de calidad y garanticen las prestaciones sociales. Y reformas laborales pactadas desde el sentido común y la imaginación. Apostar por derogar la reforma laboral es un brindis al sol y pura demagogia.

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