Opinión

Nuestro héroe español

Hace tiempo que se detectan graves fallos en el funcionamiento de los servicios secretos -ah, las legendarias MI5 y MI6- británicos. De hecho, alguno de los directamente implicados en el último atentado en Londres ya estaba 'fichado', pero no vigilado, por las fuerzas del orden. Y recuerden que fueron los servicios secretos de Estados Unidos, y no los del Reino Unido, los que anunciaron al mundo la autoría del atentado en Manchester, donde los fallos de información británicos fueron tan evidentes como lo han sido ahora en Londres.

Y eso, claro, afecta a algunas familias españolas, que se han mantenido hasta el último momento expectantes por lo que hubiese podido ocurrirle a Ignacio Echeverría, un funcionario bancario residente en la capital británica y desaparecido en el atentado del sábado en el puente de Londres, al parecer tras haber intentado evitar la agresión de uno de los terroristas contra una mujer, por lo que fue apuñalado por la espalda por los otros dos integrantes del comando. Desde entonces, toda España se preguntaba qué había sido de este español, todavía joven -39 años- al que se le atribuye un comportamiento heroico en medio del clima de miedo y confusión creado por los terroristas.

La verdad es que las autoridades policiales británicas habían impuesto un cerco de silencio en torno a las víctimas del atentado que no ha hecho sino fomentar ese terror que los 'malos' tratan de imponer a los ciudadanos. ¿Qué ventajas tiene el silencio, que hace cómplices también a los medios de comunicación, que solo aumenta la angustia de familiares y amigos de quienes no aparecen, no dan señales de vida, tras un acto de violencia de estas características? Me cuentan que la conversación del ministro español de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, con su colega británico, Boris Johnson, fue educada, pero firme, cuando el jefe de la diplomacia española exigió explicaciones sobre la suerte de Echeverría, que muchos conocían de antemano, aunque, por razones que no logro explicarme del todo, hubiesen aceptado no divulgarla.

Me comenta un amigo que trabaja en los servicios secretos españoles que la pérdida de eficacia de sus colegas británicos en el Reino Unido es un hecho asumido en todas las cancillerías europeas, y también en Washington. "Gran Bretaña ha estado demasiado distraída con otras cuestiones", dice mi fuente, citando el referéndum escocés, el Brexit y hasta "los preparativos de las conmemoraciones de los ya cercanos cien años de la Reina".

Demasiadas vacilaciones. Demasiados silencios y, me temo, demasiados despistes. No hay un suficiente seguimiento a los terroristas, parece. Y qué decirles del dolor de los familiares de las víctimas, qué comentar de la indiferencia ante conductas parece que claramente heroicas como la del compatriota Ignacio Echeverría, a quien deberemos honrar como merece: plantó cara el terror que a todos nos tiene tan angustiados.

Ignoro quién ganará las elecciones británicas de este jueves, aunque parece que los sondeos lo tienen claro. Lo que me parece evidente es que, a este paso, la admirable, pérfida, Albión, será quien haya perdido. Con May, con Corbin, contra May o contra Corbin.

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