Opinión

Una tormenta perfecta

Observando la lucha cainita que devora al PSOE y las maniobras del sector crítico para defenestrar a Pedro Sánchez como panacea para solucionar la crisis que aqueja a este partido que últimamente cuenta las elecciones por derrotas me ha venido a la memoria una frase atribuida a Manuel Azaña. Preguntado por las repercusiones de un pequeño contraataque del Ejército republicano en el frente del Ebro, con la sorna que le caracterizaba, contestó que la cura iba buena, pero que el ojo se perdía. Está a punto de pasar en el PSOE.

Quienes defienden que el partido debería abstenerse para facilitar que Mariano Rajoy siga en La Moncloa piensan que -ya sin Sánchez al timón- el PSOE podría plantear una oposición correosa frente a un PP que, dados los resultados obtenidos el 26J, se vería obligado a gobernar en minoría. Por el contrario, quienes con Sánchez en cabeza tienen dicho que a Rajoy ni agua y que, por el camino -¡en una semana!- podría pactarse un "gobierno de cambio", se entiende que contando con Podemos y el apoyo de los independentistas, asumen que la mencionada hoja de ruta puede quedarse en nada y habría que ir a unas terceras elecciones. Elecciones que, por otra parte, nadie dice querer. El caso es que a ojo de observador lo primero que salta a la vista es que la crisis del PSOE no se resolverá con la destitución de Sánchez. La crisis, jalonada por sucesivas y lacerantes derrotas electorales, viene de atrás. La desafección de sus votantes tradicionales no obedece a una sola causa. La socialdemocracia está perdiendo apoyos en otros países de la UE (en Francia, en Italia, en el Reino Unido,...), pero aquí, al margen de errores imputables a Pedro Sánchez, no se puede explicar la decadencia del PSOE sin evocar la gestión de Zapatero y, sobre todo, sin citar a Podemos.

El movimiento que lidera Pablo Iglesias se presenta como la "izquierda verdadera" ,la que no pacta con los poderes fácticos (el Ibex), la que -sea verdad o simple estrategia populista para alcanzar el poder- dice estar al servicio de la causa de los perdedores, de los excluidos por culpa de la crisis, de los desahuciados. Por eso cosecha los votos de quienes antes votaban al PSOE. Sobre el Partido Socialista se cierne una tormenta perfecta que si sus dirigentes no aciertan a capear, incluso puede poner en riesgo la supervivencia de esta formación centenaria. Ya ocurrió en Italia con el histórico PSI o en Grecia donde el PASOK se ha convertido en una fuerza irrelevante. Al tiempo.

Comentarios