Opinión

¡Son niños joder!

"A las 22:33 hora local, hasta 21.000 espectadores apuraban los últimos minutos del concierto de Ariana Grande en el céntrico Manchester Arena".¡Bang, bang!", una explosión hizo saltar a los vecinos de sus camas por un ruido que no parecía parte del espectáculo. Dentro, Lauren y sus amigas miran a su alrededor. Una de sus amigas, con una herida en la pierna, empieza a sangrar. Comienza la estampida, ni siquiera los guardias de seguridad se atreven a controlar la situación y las jóvenes de 18 años se ven obligadas a correr y empujar para alcanzar la salida. Tan sólo cinco minutos después, las primeras sirenas empiezan a inundar la ciudad. Una, y otra, y otra... El sonido de las ambulancias, la policía y un helicóptero se convierten en el telón de fondo de la noche en que Manchester se convirtió en el último blanco del terrorismo. Nada más llegar a las proximidades del centro la escena cobra forma: dos adolescentes con los tacones en la mano sirven de apoyo a una joven que se aleja del lugar con un vendaje en el muslo. Un padre, con su hija de no más de diez años, se sienta en un banco sin soltar la mano de la pequeña ni casi pestañear". "Poco a poco los oficiales acordonan el centro, establecen un amplio perímetro y la situación parece estar controlada. Empiezan a aparecer, como salidos de la nada, jóvenes aún con los globos rosas del concierto en la mano -relata el corresponsal Alberto Muñoz-. Otras cuatro niñas se reagrupan nerviosas con el rímel corrido por las lágrimas mientras siguen a la mayor, de unos 14 años, en su intento por contactar con sus padres".

"El pasillo estaba lleno, olía a quemado, había mucho humo", comentaba a la cadena Sky News Isabel Hodgings. "Sentí como fuego en el cuello, había cuerpos por todos lados", relató.

Cheryl McDonald, que fue al concierto con su hija de sólo 9 años, contó que nunca había sentido tanto miedo. "Nunca había estado tan asustada en toda mi vida. Mi hija está muy conmocionada".

Andy, un testigo contactado por la BBC describió la escena en el estadio como "una película de terror". "Cuando consigo levantarme hay cuerpos por todas partes, cuento al menos 20 o 30. No sé si estaban muertos pero parecían muertos".

Emma Johnson, que fue a recoger a sus dos hijas, de 15 y 17 años, tras el concierto, también fue testigo de la explosión. "Estábamos al inicio de las escaleras y los vidrios explotaron. Yo estaba cerca de donde estaban vendiendo los recuerdos. Todo el edificio se sacudió", señaló. "Era definitivamente una bomba. Todo el edificio tembló. Afortunadamente nuestras hijas están bien".

Hasta aquí el relato del horror, que ayer recogían los medios de comunicación , aún conmocionados por un acto brutal de terrorismo salvaje que ha golpeado de nuevo. "¡Eran niños, joder, solo niños, niños pequeños y los han masacrado!", oíamos lamentar a algunos padres en estado de shock y de nuevo vuelven las mismas preguntas sin respuesta cuando la barbarie se ceba con los más vulnerables.

A medida que avance la investigación tendremos algunas respuestas a nuestras preguntas, habrá identificación y reivindicaciones absurdas, pero lo cierto -como he comentado en otras ocasiones y no me canso de repetir- es que estamos en una guerra cruenta muy difícil de batallar porque no tiene fronteras, ni ejércitos, porque todos somos enemigos de unos asesinos que se regocijan matando en nombre de un Dios inexistente y despiadado que es en realidad una excusa para la sumisión y el adoctrinamiento de gente pusilánime, para llevar a un grado máximo la maldad humana.

Lo de Manchester se suma a lo vivido en Berlín, Niza , París , Londres, Madrid y otros otros muchos lugares convertidos en escenarios dantescos que pretenden, una vez más, el amedrentamiento, sembrar el miedo y que ese miedo nos paralice. No es casual que el objetivo tenga que ver con el ocio de nuestros hijos, con el concierto de una cantante que habla del empoderamiento de las niñas y las mujeres o con la Navidad... porque el objetivo es Europa, Occidente y todo lo que nuestra cultura representa en términos de democracia y libertad. Son asesinos, fanáticos que han vuelto a provocar una carnicería. Nadie está a salvo y por eso aunque nos tiemblen las piernas y se nos rompa el corazón por lo vivido y sufrido, no podemos hacer dejación en la defensa de nuestros valores de libertad, igualdad y solidaridad, esos que hemos sabido construir a lo largo de la historia y debemos defender cueste lo que cueste. Si unos caen otros cogeremos el testigo porque ni nos arrodillamos, ni van a derrotarnos.

Cuando termino de escribir estas líneas se confirma que el Estado Islámico ha reivindicado, como era de esperar, el atentado, y horas antes varios vídeos de simpatizantes del IS aprovechaban para asegurar que el "ataque no es más que el principio" y que se trata de una venganza por "las bombas británicas sobre los niños de Mosul y Raqua". ¡ Son tan miserables, tan cobardes, que sobran más comentarios!

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