Opinión

El hereu se va de rositas

El mismo día que Artur Mas convocó el referéndum de Cataluña yo escribía en esas mismas páginas un artículo que titulaba "El Desafío" y que decía así: "Lo sabíamos, pero no terminábamos de creerlo. Artur Mas ha cruzado la línea roja y ha lanzado un jaque a España, en un intento de romper la unidad mediante la consulta soberanista que, se mire por donde se mire, conculca los artículos 1 y 2 de la Constitución.

En ellos se dice, textualmente que "La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que mandan los poderes del Estado" y que "La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la nación española, patria común indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran, y la solidaridad entre todas ellas".

No hay que ser un constitucionalista experto para ver, claramente, que el desafío de Más rompe con ambos principios y la pregunta es ¿ahora qué?. Hace tiempo un importante miembro del gobierno me comentó que José Luis Rodríguez Zapatero, en su traspaso de papeles a Mariano Rajoy le advirtió, seriamente, que los problemas no le vendrían por el fin de ETA, ni por el País Vasco sino por Cataluña y que pusiera toda su atención en los pasos de Más.

La predicción se ha cumplido el desafío esta aquí y el 9 de noviembre de 2014, los catalanes han sido convocados para ir a las urnas para responder a dos preguntas. ¿Quiere usted que Cataluña sea Estado? Y si es así ¿Independiente?. La ambigüedad es evidente y aunque esa consulta ha nacido muerta -porque la soberanía la tenemos todos los españoles- es tan confusa que sólo serviría para enredar, aún más, este galimatías absurdo.

Además en el mencionado artículo sostenía que quien había firmado su "condena de muerte" política había sido Artur Mas, que había llevado a los catalanes a un callejón sin salida. Está claro que me equivoqué y aunque el expresident de la Generalitat es en realidad un muerto viviente de la política la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña sobre la consulta independentista ha sentado un peligroso precedente. Los jueces sólo han condenado a Artur Mas, Irene Rigau y Joana Ortega a penas de inhabilitación por el delito de desobediencia al TC, pero consideran que en sus actuaciones no hubo delito de prevaricación. En resumen, que ir contra la legalidad en España y hacerle un corte de mangas al Tribunal Constitucional cuesta dos años de inhabilitación y aquí paz y después gloria.

Como siempre ocurre con sentencias polémicas cada uno ve la decisión de tribunal con una óptica muy distinta. Los nacionalistas y sus amigos creen que es una persecución más política que jurídica que no les frenará para subir al monte y el resto dice que se trata de una sentencia demasiado salomónica y muy generosa, teniendo en cuenta la gravedad de los hechos probados.

Es verdad que en un intento de nadar y guardar la ropa el Tribunal recuerda que "la acusación no se proyecta sobre la convocatoria del 14 de octubre, ni tampoco sobre la colocación de urnas como interesadamente se ha querido hacer ver". Sólo "se juzga la desobediencia de una orden del Tribunal Constitucional", añaden los jueces. En resumidas cuentas el tribunal deja claro que sólo enjuician si los acusados hicieron caso o no a una resolución del Constitucional y no valoran la legalidad -o legitimidad- de la propia consulta. Desde luego quien se ha mantenido en su "arre, arre" es el señor Mas para quien la sentencia "demuestra que los españoles no son iguales ante la ley" e insiste en que ha sido "condenado por sus ideas". El sabe perfectamente que no es así, que esta es una democracia consolidada, aunque en su delirio crea que en este país que tanto detesta, se persigue a la gente por sus ideas cosa que es absolutamente falsa.

Lo que no es falso es el repugnante asunto del "trinque" del tres, del cuatro y hasta el día por ciento y todos los días publican los periódicos que la fiscalía anticorrupción tiene declaraciones de varios confidentes de testigos protegidos donde se implica a Artur Mas en las mordidas de los Pujol. Por ahí le pueden venir muchos problemas porque es posible que no solo fuera su "hereu" político sino de otro tipo más oscuro. ¿Fue Artur Mas el hereu para todo? Esa es la cuestión y el tiempo lo dirá.

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