Opinión

El palo sin zanahoria

Castilla-La Mancha se desinfla poco a poco como el discurso de mejoría económica y de la senda del crecimiento que, casi a diario, se nos vende desde las poltronas del poder. Los datos del paro del mes de noviembre así lo dicen: 3.691 personas durante el mes pasado que se suman a las 16.444 del mes anterior y que hacen un total de 21.135 parados en sólo dos meses

Castilla-La Mancha se desinfla poco a poco como el discurso de mejoría económica y de la senda del crecimiento que, casi a diario, se nos vende desde las poltronas del poder. Los datos del paro del mes de noviembre así lo dicen: 3.691 personas durante el mes pasado que se suman a las 16.444 del mes anterior y que hacen un total de 21.135 parados en sólo dos meses.

Después de que, a la vuelta de las playas, nos lanzáramos al mes de la vendimia con una precocinada sonrisa en la que los mejores augurios se apoderaban de los discursos políticos, llevamos ya dos meses en los que, de nuevo, fiel a su cita, el dato del desempleo no ceja en su empeño de convertir aquella “maravillosa” bajada del paro en 12.040 personas de septiembre en un agua que desde luego no mueve, hoy en día, más que el molino de las hemerotecas y que devuelve la estacionalidad a su cauce habitual.

Los políticos -ya lo hemos advertido en varias ocasiones- se afanan, cuando el viento sopla a favor, en lanzar a la ciudadanía un palo con la zanahoria del “España va bien” y “Castilla-La Mancha va mejor” y a esconder las orejas y esbozar parrafadas de trasnochada esperanza cuando la cosa se tuerce.

Que el paro haya subido en Castilla-La Mancha en noviembre, para serles francos, no es cosa nueva, como tampoco lo es que suba en octubre o baje en septiembre. Son las cicatrices de un sistema que ha sido incapaz de desprenderse de sus rémoras a lo largo de las décadas pero que el ciudadano de a pie no entiende, en tanto que nuestros “representantes” se han procurado para sí mismos la bella empresa de traducir estos recuentos.

Algunos de ellos, hábiles en el discurso, al menos saben utilizarlos con cierta sabiduría y trazar intrincados jeroglíficos cuando no quieren que se les entienda; otras, más torpes y menos adelantadas, titubean con los cuatro apuntes que sus petimetres les redactan, camufladas tras constipados perennes, cuando se enfrentan a la comunidad periodística que, en nombre del común de los mortales, recapitulan los titulares y las excusas del día de mañana.

Encarando pues las Navidades con paso torcido, son otros 3.700 los que ya se han sumado a esta larga lista de 258.725 parados que, dejando atrás los meses en los que agachar la espalda para recoger uvas era aplaudido por nuestros políticos, tendrán que esperar al deshielo, el vareo de la oliva o el doblado de camisas en campaña o en rebajas,  para darle la razón a quienes predican tiempos de nuevas bonanzas.

Mientras tanto, las explicaciones y subterfugios son muchos -algunos no faltos de razón- para rascar bajo el sustrato algún dato que pudiera ser positivo. A ese clavo ardiendo se agarra la consejera del ramo, Carmen Casero quien, ignorando que somos la tercera comunidad autónoma donde más sube el paro -y no siéndolo en población- rescata inteligentemente el número de contrataciones que sube, de año a año, más de un 10%.

Sabe la consejera que en breve, como en septiembre desde los majuelos, las contrataciones de temporada y saldos, darán un buen dato a un Gobierno que no sabemos si tendrá tiempo suficiente como para, como prometió, crear empleo por debajo de los 205.000 parados con los que se encontró antes de que llegue el Tío Elecciones en 2015.

Y a pesar de que hay bajada interanual en el número de parados y suben también interanualmente las contrataciones, no es menos cierto que Castilla-La Mancha sigue perdiendo de manera hemorrágica, hasta el desangrado, afilados a la seguridad social; esos que pagan o pagamos pensiones, jubilaciones y el paro de los demás.

Cada vez somos menos y más acuciantemente en estas tierras donde, en sólo un mes, hemos perdido 24.615 afiliados de los 66.829 que perdió todo el país a lo largo del pasado mes de noviembre. O lo que es lo mismo, un tercio de las bajas a la Seguridad Social de todo el país, se produjo en Castilla-La Mancha.

Y puestos a sacar brillo a los datos interanuales que a los políticos no interesa, les revelaremos que, en esta región cada vez somos menos los que colaboramos a la hucha comunal, si tenemos en cuenta que de noviembre a noviembre contamos con 17.028 afiliados menos a la Seguridad Social.

Desprendidos del maquillaje de los planes de empleo o la estacionalidad favorable de vendimias, aceitunas y otras alforjas, Castilla-La Mancha exhibe más que nunca sus vergüenzas, mientras desde el Gobierno se nos exige fe ciega en el palo aunque ni siquiera lleve zanahoria. 

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