Opinión

El Juguete Roto

El devenir de RTVCM es como una película de intriga de Alfred Hitchcock en el que se van dejando pistas de su desenlace, poco a poco, a cuentagotas, sulfurando los ánimos y los miedos de los que están directamente relacionados con lo que nuestros políticos decidan hacer con su existencia: sus trabajadores

El devenir de RTVCM es como una película de intriga de Alfred Hitchcock en el que se van dejando pistas de su desenlace, poco a poco, a cuentagotas, sulfurando los ánimos y los miedos de los que están directamente relacionados con lo que nuestros políticos decidan hacer con su existencia: sus trabajadores.

Si hace escasas fechas el portavoz del Gobierno regional se reafirmaba en la promesa electoral de vender el invento cuando tocaran buenas cartas y llegara una mejor oferta, en ésta el portavoz del PP en las Cortes de Castilla-La Mancha, Francisco Cañizares, dejaba sobre el sendero de los umbríos bosques mentales de quienes nos gobiernan, una nueva miguita de pan, de camino al precipicio.

Vino, poco más o menos, a decir el ciudadrealeño que, al menos en lo que queda de este ‘popular’ bienio, no acometería este Gobierno el cierre, venta o despiece de la radiotelevisión castellano-manchega, lo que, además de un incumplimiento electoral manifiesto y confeso, pone a los pies de los caballos a los 450 seres humanos que, a partir de ahora -como lo pudieron haber hecho siempre-, podrán elegir entre seguir haciendo la rosca a quienes les ordenan construir informativos “nada partidistas”, o elevar su voz entre la niebla y sacar a relucir sus títulos de periodistas.

Más allá de quienes antes o después han hecho uso de sus armas, sintiéndolo mucho, cabe también criticar que sólo cuando han visto sus barbas poner a remojo, se han coaligado en manifiesto inconformismo contra los antojos del poder político que les da de comer, entonces y ahora.

Como no es menos cierto que, incluyendo a clm24, contarán siempre los trabajadores de RTVCM con el apoyo de los compañeros del resto de medios, aun cuando en otros tiempos, no se vio a comité de empresa alguno, ni fuerza sindical, ni asociación profesional, promover manifestaciones solidarias por los tantos y tantos medios privados de esta región que la radiotelevisión pública ha visto caer a su paso.

Los que allí trabajan se preocupan por lo suyo, pero bien saben que ni el uso ni el invento son nuevos, sino un mal que acucia con dureza, no sólo a ésta, sino a la mayor parte de los entes públicos de radiotelevisión de nuestras autonomías.

Y como este medio ya decía en otro editorial al uso (http://bit.ly/18DiDiB), si hoy se pone a caer de un burro a Toledo, Cuenca o Puertollano, y no se habla de los papeles de Bárcenas o se esperan instrucciones de alta alcurnia para ver cómo se interpretan las decisiones judiciales contra las demandas que presenta “La Jefa”, ayer eran otros, aunque en redacción los mismos, quienes tragaban sin decir ni “mu” a quienes les decían que la intervención de CCM, El Pocero de Seseña o los entresijos del Aeropuerto de Ciudad Real -hoy a la venta- no existían.

Lo que también preocupa muy mucho es que en su comparecencia de este miércoles el propio director de la radiotelevisión pública castellano-manchega, don Ignacio Villa, reconociera que tanto la suya como las de los diputados que en la comisión se citaban, pudieran ser opiniones o “altavoces de intereses más o menos partidistas”.

Que, al mismo tiempo, todo un director general que alardea de haber trabajado en un medio nacional, rememore cómo aceptaba las supuestas condiciones del PSOE para entrevistar al expresidente de Castilla-La Mancha, José María Barreda, dice más bien poco de la profesionalidad del personaje, por mucho que crea que su nómina lo avale.

Tampoco sabemos si el PSOE se altera tanto con el posible cierre de RTVCM porque le preocupen sus trabajadores y la pérdida de pluralidad, porque hayan hallado un nuevo nicho de notoriedad o porque teman heredar el pajizo y moribundo juguete roto que crearon años atrás y tengan que ser ellos quienes den el estoque.

En cualquier caso, cabe lamentar, no siendo nosotros comité de empresa alguno, que quienes allí trabajan, por miedo a un ERE o un despido, elaboren a diario sus cuestiones -somos testigos- comenzándolas con un “les traigo un encargo” o “me dicen que se lo tengo que preguntar”.

Quienes quieran peces que se mojen y hagan un poco más de ruido. A ver si ahora, de lo que coseche RTVCM y sus trabajadores en su deambular por la cuerda floja, va a ser responsabilidad única y exclusivamente de las denuncias que hagamos los demás que somos, además, quienes pagamos por una radiotelevisión basada en los principios de “veracidad, objetividad y pluralidad”.

Comentarios