Opinión

Echániz en Palomares

A la vieja usanza, cual Fraga en Palomares, se dirigió en este puente de la Inmaculada nuestro consejero de Sanidad y Asuntos Sociales hacia la villa de Hiendelaencina (Guadalajara) con la intención de ejemplificar que, tras no se sabe ya cuántas semanas, los vecinos de la localidad pueden ir a por agua desde la fuente del pueblo hasta sus casas como en los tiempos de antaño

A la vieja usanza, cual Fraga en Palomares, se dirigió en este puente de la Inmaculada nuestro consejero de Sanidad y Asuntos Sociales hacia la villa de Hiendelaencina (Guadalajara) con la intención de ejemplificar que, tras no se sabe ya cuántas semanas, los vecinos de la localidad pueden ir a por agua desde la fuente del pueblo hasta sus casas como en los tiempos de antaño.

José Ignacio Echániz se hizo no se sabe cuántos kilómetros, cual acaudalado terrateniente de paseo por sus fincas, para contrarrestar las críticas vertidas por el ayuntamiento y la oposición socialista por dejar que los ciento cuarenta vecinos de este enclave guadalajareño se las vean y se las deseen para poder cocer las patatas con agua del grifo.

Y así, como Arias Cañete en los tiempos del desastre de Boliden en Aznalcóllar, viajó hasta las proximidades del embalse del Alcorlo para, a la vera del río Cal, absorber con vidrios cristalinos el agua que no sale de la red contaminada sino aquella que mana de la pétrea fontana.

La nota de prensa enviada por la Junta y las fotos que se adjuntaban, tenían un tufillo irrefutable a las “Crónicas de un pueblo” de TVE en los 70 (https://bitly.com/shorten/), en la que Echániz, quiso interpretar un papel notable como actor invitado a un capítulo que ciertamente le pilla a desmano.

Para colmo de males, la misma Consejería reconocía en la misiva que el agua de la red sigue sin ser potable en cuatro tramos que, por si alguno no supiera de qué hablamos, está contaminada por un vertido de gasoil desde el pasado 5 de octubre.

El vaivén de acusaciones desde entonces ha sido incesante, y aquí se han apuntado todos. Desde el propio alcalde, que ha pasado de pedir amablemente a exigir vehementemente soluciones -mucha tranquilidad no se le puede pedir después de dos meses-, pasando por el PP que le han dicho “usted denuncie, usted denuncie” como el que le da la razón a un borracho.

A este guirigay se ha apuntado también la Diputación de Guadalajara, para decirle al regidor municipal, Mariano -no Rajoy sino Escribano- que, aunque semanalmente, la institución provincial firme convenios de todo tipo adornados con muchos euros, no dispone de los 150.000 que les pide Escribano, además de recordarle que en materia de abastecimiento y saneamiento de aguas, son los municipios los que mandan.

A poner la guinda a este pastel, fue el consejero Echániz, huyendo de los titulares de la capital que pedían su cargo por, presuntamente, proporcionar un trato de favor quirúrgico a la mujer de su compañero de escaño y consejo de Gobierno, el don erre que erre, “m’anque” yerre, de la calidad “excelente” educativa, don Marcial Marín.

La Consejería de Sanidad, que ya había adornado su papel en este entuerto meses atrás, recomendando que los pocos vecinos del pueblo abrieran el grifo sin miedo (http://bit.ly/ILHAOI), no tuvo mejor idea que enviar exprés al titular de esta cartera allende los tumultos de Toledo, para decirle a los lugareños que el gasoil en sus tuberías es cosa tan del pasado, como sus minas de plata.

Pero como decíamos, fuera del titular, y agazapado en un segundo plano, dormía la letra pequeña del comunicado, donde casi siempre está la miga.  

Y esto es que sigue sin poder beberse ni usarse donde no se podía, que Echániz no es Moisés, que enturbia o aclara ni el Nilo o el Bornova con un toque de báculo, y que habría hecho bien en quedarse de donde venía, porque en esto es como Groucho Marx decía: “es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente”.

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