Opinión

Vuelven los populismos

La victoria de Donald Trump en las recientes elecciones a la presidencia de los EE.UU. ha puesto de relieve a escala mundial la vuelta del Primer Mundo a los populismos, que tanto daño hicieron a la humanidad en los años treinta del siglo pasado. Puede resultar premonitorio que la primera felicitación enviada desde Europa al señor Trump fuera la de Marinne Le Pen, la francesa que lidera el partido de la extrema derecha gala. No se hicieron esperar las de otros líderes europeos, como la de la conservadora británica, señora May; la del conservador húngaro, señor Orbán; la de la señora Petry, que lidera la extrema derecha alemana... y luego la de otros mandatarios europeos, entre ellos, la del señor Rajoy. El señor Holland, la señora Merkel y las instituciones de la UE mostraron menos entusiasmo que los anteriores en sus felicitaciones al vencedor.

Lo mejor que escucho sobre Trump es que se espera de él un comportamiento como el de un político normal de derechas y no cumpla con lo prometido en campaña. Pero de  momento ya ha anunciado que entre sus primeras medidas estará la de bajar (bajarse) los impuestos a las grandes fortunas y la de deshacer el Obamacare, una mejora en la atención sanitaria pública, implantada por Obama. Que vayan tomando nota los trabajadores que lo votaron. Otro de los temores es que deshaga los acuerdos internacionales en materia de comercio y establezca aranceles. Es decir, que haga algo parecido al Brexit votado por los británicos, del que la señora May anda madurando a ver cómo lo implementa.

Si las sinergias que suponen los acuerdos internacionales se echan para atrás, nos encontraremos con el antónimo de esa palabra, que al no existir en castellano hay que buscar en el idioma hermano, el portugués: contienda, confrontación, incompatibilidad, oposición. A esto es a lo que nos pueden llevar esos dirigentes ultra, tanto la señora May en Gran Bretaña como el señor Trump en los EE UU, hoy por hoy. La extrema derecha europea se frota las manos con la victoria de Trump porque tiene esperanzas de hacer lo mismo en sus respectivos países en caso de ganar las próximas elecciones.

Hemos de preguntarnos qué lleva a un trabajador a votar a la derecha extrema para “solucionar” sus problemas, como ya ocurriera en la Alemania de los años 30 del siglo XX y que luego acarreó lo que todos sabemos. ¿Qué ha hecho que los mayores de 45 años hayan optado en su mayoría por Donald Trump en los EE.UU.? Probablemente el asegurarse sus pensiones, habrán pensado. ¿Por qué los menores de 45 optaron en mayor porcentaje por Hillary Clinton? Quizá para asegurarse el futuro, pensarían. Al final, parece que unos votaron contra otros y ganaron los más viejos, quienes le han hipotecado el futuro a los que más años les quedan por vivir.

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