Opinión

El ombligo de la izquierda

Desde la primera página de un diario nacional dice Pablo Manuel Iglesias que el problema de Podemos es mirarse el ombligo. Vaya descubrimiento, nada nuevo en la vieja izquierda, cuyos vicios ha heredado ese partido emergente que, por la "envidiable belleza de nuestro proyecto" (Iglesias dixit), iba a implantar la sonrisa obligatoria en nuestro país.

Pues no, oiga. Podemos vive los problemas propios de la lucha por el poder que no se tiene o por reconquistar el que se perdió. Y si la dinámica se desarrolla dentro de la propia casa, aparece el ensimismamiento. O eso que Iglesias llama mirare el ombligo. Que se lo digan a los socialistas. Muy profesoral en la descripción del problema, el exlíder, Pérez Rubalcaba, que enseña química en la Complutense, habla de "contaminación orgánica". También vale hablar de fractura interna, fuego amigo, lucha fraticida o quítate tú que me pongo yo. Lo de siempre. Lo que distrae a un partido de su deber de cumplir con los ciudadanos de su país antes que con los militantes de su partido.

Los dos partidos de la izquierda arrastran ese vicio. La presencia mediática de sus dirigentes se orienta mayoritariamente hacia los problemas internos. En el viejo partido, todo se reduce a una pugna por el poder entre un pretendiente declarado, Patxi López, y dos anunciados, Susana Díaz y Pedro Sánchez. En el llamado emergente, Iglesias defiende el poder que tiene y el presunto aspirante, Errejón, bracea por recortar el poder "monárquico" de aquel y una más justa distribución del mismo.

Más alcance tiene la "contaminación orgánica" en el viejo PSOE, porque ha sido y quiere seguir siendo el pilar izquierdo de la centralidad. Ese carácter de partido de gobierno hace especial el fuego amigo: ¿Primero España y luego el partido, según doctrina de la comisión gestora, o primero el partido (el líder recostado sobre la voluntad de los militantes) y luego España, que es la doctrina pedrista y, en general, la de quienes siguen reprobando la abstención en la investidura de Rajoy?

La pre-candidata al trono de Ferraz, Susana Díaz, consciente del mal de ensimismamiento que aqueja al PSOE, pregona la unidad al norte de Despeñaperros. Por tierras de Castilla y León, hizo continuos llamamientos a la "fraternidad" durante el pasado fin de semana. Y en las filas socialistas todos lo someten a la prueba del contraste con lo que depare la anunciada reaparición de Pedro Sánchez el próximo fin de semana en Dos Hermanas (Sevilla), feudo local del antisusanismo andaluz.

Veremos si ya se ha desprendido de la contaminación orgánica que marcó su reinado en Ferraz, especialmente en la etapa final, cuando impuso la razón de partido al confundir desbloqueo institucional con rendición al PP de Rajoy.

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