Opinión

Las paradojas de Sánchez

Respetemos al menos los clásicos cien primeros días. El nuevo secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, tiene derecho al periodo de gracia generalmente concedido a los dirigentes políticos recién entronizados. De modo que no conviene elevar a definitiva ninguna de las conclusiones -sólo sensaciones, por ahora- extraídas de un primer acercamiento a su discurso de cierre en el 39 congreso federal. Eso no tapa la dificultad de descifrarlo al primer bote, habiendo vectores contradictorios o reñidos entre sí. Dejémoslo en paradojas en la lógica interna de un proyecto en fase expositiva. Sobre todo tres.

A saber:

La primera nos remite a la formación de una ejecutiva monolítica -la inclusión de Patxi López es la excepción que confirma la sobredosis de poder del jefe- que, sin embargo, nace con un apoyo muy escaso de la militancia representada en el reciente congreso. Casi un tercio de los delegados no la respalda.

La segunda es el levantamiento de una bandera roja -"Somos la izquierda"-, mientras se admite que el PSOE no llegará a ganar la Moncloa si la derecha representada por Ciudadanos no comparte o no se suma a la forja de una mayoría parlamentaria, "lo antes posible", para descabalgar a Rajoy y librar al país de un "partido corrupto".

¿Cómo pretender seducir a los votantes de Podemos hacia una mayoría parlamentaria con Ciudadanos sabiendo de la aversión mutua entre los seguidores de Iglesias Turrión y los de Albert Rivera?

No se explica la convicción con la que Sánchez habla de llegar tan deprisa a la Moncloa si no es amontonando a populistas y separatistas. O sea, hipótesis de gobierno Frankenstein. Y si no es así, las posibilidades de ver al líder redivivo de presidente del Gobierno en esta legislatura son nulas. Las condiciones objetivas son las que son. Y las subjetivas (voluntarismo) no sirven para llegar al poder.

La tercera de las paradojas, en fin, es la más delicada, porque afecta a las cuadernas del Estado. El PSOE de Sánchez ha colado en su programa el reconocimiento de la "España plurinacional", teóricamente reñido con el espíritu y la letra del articulo 2 de la Constitución (solo hay una nación integrada por "nacionalidades" y "regiones"). Pero al tiempo ha hecho público alineamiento con el Gobierno de Rajoy frente a la ilegal ofensiva del soberanismo catalanista contra el principio de soberanía nacional única e indivisible.

¿Y cómo entender su profesión de fe en la España plurinacional mientras elige para gestionar la política territorial a dirigentes tan defensores de la unidad nacional como Patxi López, nuevo secretario de Política Federal en la recién nacida ejecutiva, y el extremeño Fernández Vara, que sustituye a Susana Díaz en la presidencia del Consejo Federal del PSOE?

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