Opinión

Adiós al año tonto

Termina el año político más tonto de nuestra reciente historia. Como diría cierto cronista, la política nacional dio durante el año 2016 un grito de 360 grados. La construcción semántica del cronista aludía al radical cambio de cierto personaje de la vida deportiva al que debió parecer poco un giro de 180 grados. Lo elevó a 360 y acabó describiendo el azaroso viaje de quien en realidad no se ha movido del sitio.

¿Recuerdan ustedes la escena del sidecar de los Hermanos Marx en "Sopa de Ganso"? Groucho se subía en el sidecar pero Harpo salía disparado sólo con la moto. "Nunca había viajado tanto sin moverme del sitio", decía Groucho al tercer intento. Y así fue el año político de 2016. Un giro sobre su propio eje para llegar a lo que, desde el principio, "era de sentido común". Este viernes, en rueda de prensa posterior al consejo de Ministros, Rajoy lo repitió por enésima vez.

Las urnas diseñaron una orografía parlamentaria que impedía al PP hacer de su capa un sayo, como en la Legislatura 2012-2015, e imponía una dinámica de entendimiento entre las tres fuerzas de inequívoco compromiso constitucional. Era evidente, tras el 20-D. Y aún tras las elecciones del 26 de junio de 2016. El entonces líder del PSOE, Pedro Sánchez, quiso desafiar esa lógica pero se estrelló con la realidad. Primero, en su fallida investidura como aspirante a la Presidencia del Gobierno. Y después de su absurdo intento de instalarse en Moncloa con populistas y separatistas por compañeros de viaje.

Al final, de penalti y en el último minuto, la razón de Estado se impuso a la razón de partido. De modo que en una nueva sesión de investidura al candidato del PP, los diputados socialistas pasaron del "no es no" obstructivo a la "abstención" decretada por el CF del PSOE, ya destronado Sánchez, que desbloqueaba la situación y no suponía una declaración de amor a Rajoy, como aún hoy siguen diciendo injustamente los seguidores del ex secretario general.

Ya normalizada la vida política, y alejado el riesgo de quiebra de las instituciones, por la parálisis sufrida durante el año tonto del año que termina, hemos entrado en una Legislatura que puede ser fructífera para todos, gracias a la dinámica, confesada este viernes por el propio Rajoy, que le obliga a hacer de la necesidad virtud, guardando un prudente equilibro en su doble deber de pactar con diferentes sin traicionar el programa del PP. Es lo que quiere decir su portavoz parlamentario, Rafael Hernando, cuando apuesta por una oposición "colaborativa" y no "derogatoria".

También el principal partido de la oposición, el PSOE, está obligado a pactar con el Gobierno cualquier medida que suponga mejorar la calidad de vida de los ciudadanos sin que nadie pueda interpretarlo como un cheque en blanco a Rajoy.

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