Sally Hawkins y Ethan Hawke viven una 'atípica' historia de amor en 'Maudie'

Sally Hawkins y Ethan Hawke viven una 'atípica' historia de amor en 'Maudie'
photo_camera Sally Hawkins y Ethan Hawke viven una 'atípica' historia de amor en 'Maudie'

Sally Hawkins, nominada al Óscar por "Blue Jasmine" y Ethan Hawke, con otras cuatro nominaciones en su carrera, viven una "atípica" historia de amor y cambian completamente de registro en "Maudie, el color de la vida", un filme basado en la vida de la pintora folk canadiense Maud Lewis.

Tras su paso por festivales como Toronto o la Berlinale, la película, dirigida por la irlandesa Aisling Walsh, llega este viernes a la cartelera.

Por un lado, se trata de la historia de una mujer artista y su lucha por expresar su creatividad, con el agravante de que padece una artritis reumatoide que la limita, y por otro es el relato del amor inesperado que surge con un hombre del pueblo, un pescador huraño y difícil, según ha explicado a Efe su directora.

"No es la típica historia de amor y por eso me gusta, para ellos es muy difícil la convivencia, desde el principio", ha señalado Walsh.

Nacida el 7 de marzo de 1903 en South Ohio, en la región canadiense de Nueva Escocia, Maud Dowley Lewis se quedó huérfana de adolescente y fue enviada a vivir con una tía suya a otro pueblo de la región, Digby.

Con algo más de 30 años, y dado que no se resignaba a vivir como una inválida con su tía, Maud se fijó en un anuncio en una tienda local en el que un hombre llamado Everett Lewis (Hawke) buscaba una asistenta interina.

Rudo y silencioso, Everett le hizo la vida imposible al principio en la mínima cabaña en la que vivían, pero un año después se casaron y él acabó haciendo las tareas del hogar y cuidándola mientras ella se dedicaba a pintar, sobre todo paisajes y figuras que veía por la ventana.

"Su estilo era 'naif' pero mucho más sofisticado de lo que puede parecer", explica Walsh, que para la película encargó reproducir sus lienzos y el interior de su cabaña, completamente decorada por ella y que hoy se conserva en la ciudad canadiense de Halifax como un museo.

"Muchos pintores, como Picasso, han luchado a lo largo de su carrera por alcanzar esa inocencia que ella tenía", subraya la directora, e incide en que muchas mujeres en América cultivaron el 'folk art' de forma autodidacta dado que no tenían acceso a la educación formal, como en Europa.

El éxito de Maud Lewis llegó de manera casual. Una vecina acaudalada se fijó en una de sus postales y le compró una. A partir de ahí empezó el boca a boca y la pintora le llegó a vender un cuadro al presidente de Estados Unidos Richard Nixon.

Sin embargo, el dinero no le interesaba. "No ganaba mucho, pero suficiente para lo que necesitaba. Ella era feliz pintando y vendiendo alguna obra de vez en cuando", afirma Walsh.

El precio de cada cuadro oscilaba entre 5 y 10 dólares. Recientemente su obra se ha revalorizado y una pintura suya ha llegado a venderse por 46.000 dólares canadienses, aunque hasta ahora seguía sin ser muy conocida fuera de su país.

Comentarios