El Bombero Torero deja los ruedos, pero el toreo cómico continúa

El Bombero Torero deja los ruedos, pero el toreo cómico continúa
photo_camera El Bombero Torero deja los ruedos, pero el toreo cómico continúa

La plaza de toros de Almodóvar del Campo (Ciudad Real) será este viernes escenario de la última función a cargo del Bombero Torero, el espectáculo de toreo cómico más importante de la historia taurina, aunque este tipo de entretenimiento no termina.

Ello es porque la cabeza visible de la tercera generación de esta saga de toreros -cómicos pero toreros-, Rafael Celis, alcanza la edad de jubilación sin que su descendencia coja su testigo, por lo que desaparecerá el Bombero Torero como tal, según explica en una entrevista concedida a la Agencia Efe.

Aunque aclara que "lo que desaparece es el personaje del Bombero Torero, que es una marca registrada, pero el toreo cómico continúa."

Rafael lo explica claramente: "Voy a cumplir 55 años, que es la edad en la que los toreros nos podemos jubilar, llevo muchos años y muchos miles de kilómetros a cuestas, además de múltiples golpes de todo tipo y después del bajón que supuso la intensa crisis que hemos vivido en los últimos años, y de la que muy poco a poco empezamos a salir, creo que este es el mejor momento para decir adiós".

Para Rafael, el toreo cómico ha sido su vida y la de su familia desde hace 89 años, cuando su abuelo se sacó de la chistera una función que tuvo su germen en un festival celebrado en Madrid en 1928 a beneficio de niños rusos afectados por la Primera Guerra Mundial.

El abuelo Pablo afinó el espectáculo y tan solo dos años más tarde, en 1930, llegó a actuar en 118 ocasiones.

Han sido tres generaciones y cinco Bomberos Toreros, pues si fue su abuelo Pablo quien comenzó la saga, a éste le sucedió su hijo Eugenio.

Más tarde tomaría el relevo Manuel, también vástago de Pablo, y a continuación Carlos, nieto del fundador.

Ahora, Rafael, también nieto de Pablo, será quien ponga punto final profesional a esta dinastía mañana en Almodóvar del Campo.

Rafael se muestra seguro de que "será un momento triste", pero tras 35 años ofreciendo este espectáculo, también se va con la satisfacción de "haber contribuido a entrar en la historia del toreo, aunque solo sea en un rinconcito pequeño".

El Bombero Torero fue, con frecuencia, la manguera que apagó incendios en las taquillas para muchas empresas en los tiempos dorados de este espectáculo, allá por los años 60 y 70, cuando los tendidos de plazas como la de Las Ventas de Madrid, la Maestranza de Sevilla o la de México, registraban magníficas entradas y públicos de todo tipo acudían en masa a las plazas de toros para ver esa mezcla de toreo y diversión.

"Eran otros tiempos. Cuando mi abuelo empezó esta aventura no había la oferta de ocio que hoy día sí hay y el Bombero Torero triunfó por su originalidad y simpatía", rememora.

"Además -continúa Celis- nuestro espectáculo ha ayudado a que salieran muchos toreros que luego incluso llegaron a figuras", y cita los casos de Antoñete, "Paco Ojeda o Manzanares padre.

Sin embargo, lamenta que llegó un momento en que los empresarios prefirieron ahorrarse los gastos que conllevaba la parte seria, en la que estos toreros despuntaron, y desapareció", aunque añade: "Pero ahí queda eso".

Preguntado por si tiene en mente hacer algo especial para esta última función afirma que no tiene pensado "hacer nada extraordinario", como cortarse la coleta o algo parecido.

El espectáculo tendrá la misma estructura que en los últimos años, es decir, habrá una presentación de cuadrillas, saldrá el primer becerro, los enanitos harán su número con la parte de capote, muleta y rejoneo, habrá un partido de fútbol cómico, se invitará a jóvenes del público a torear de salón en la arena con un carretón, y finalmente se lidiará el segundo becerro por parte de los enanitos.

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