Olga, mujer maltratada: 'Primero hay que irse y luego denunciar'

Aumentan un 6,7% las denuncias por violencia de género en CLM en el segundo trimestre, machismo, machista, mujer, mujeres,
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Olga dejó atrás el maltrato hace unos años, aunque no baja la guardia, y con esa distancia aconseja a las víctimas alejarse del maltratador antes de denunciar, y a los políticos que no cierren el anunciado pacto contra la violencia de género sin escuchar a las mujeres que la han sufrido.

En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, Olga quiere poner su granito de arena a esta lucha y confirmar con su testimonio que de la violencia machista se puede salir, pero que para ello hay que dar un portazo definitivo a la relación con el agresor.

A Olga la ayudó su hermana, porque ella no se veía como una víctima, incluso cuando leyeron la sentencia contra su marido por un episodio de maltrato, se sintió culpable y pensó "¿qué le he hecho?", explica en una entrevista con Efe.

"Al principio no eres consciente del peligro, ni de lo que te está pasando, yo no identificaba el maltrato; vivía en un pueblo de Guadalajara con mis tres hijos y con mi pareja con la que estuve diecisiete años, de los que 16 fueron de maltrato, hasta que un día llamé a la Policía tras una agresión".

"Ese día puse la denuncia, hubo un juicio, en Atención a la Mujer me llamaron para hacer unos cursos, hablé con una psicóloga, pero yo veía que no avanzaba; seguía en el mismo sitio y viendo a esa persona todos los días, venía a mi casa para llevarse a los niños al parque".

"Le condenaron por maltrato habitual y por esa agresión; tuvo orden de alejamiento durante tres años y una condena de prisión, pero al no tener antecedentes se quedó en el límite y no ingresó en la cárcel".

"Vivía en otra casa, pero me traía la ropa para lavarla, venía a buscar a los niños; ahora pienso que si no salgo de ahí, hubiera vuelto con él, porque el maltrato no es continuado; es como una noria con episodios muy malos, te pide perdón y todo eso te frena para salir corriendo".

Pero a Olga la ayudaron a salir de allí. Buscó ayuda en la Federación de Asociaciones de Mujeres Separadas y Divorciadas, que le prestaron asistencia en un Centro de Recuperación Integral para mujeres maltratadas, donde vivió diecisiete meses junto a sus hijos.

"Se ven mejor las cosas desde la distancia y si tu denuncias no vas a llegar a casa y decir: hola cariño te he denunciado; tienes que alejarte a un lugar seguro y entonces pones la denuncia, ahora lo veo claro".

"Yo lo preparé tranquilamente mientras él seguía viniendo a ver a los niños, hasta que un día por la mañana me fui a Madrid al centro; él no sabía donde estaba, ni mi familia tampoco por si les presionaban".

"Cuando entré allí no quería hablar con nadie, hay personas que no conoces de nada, te sientes como un bicho raro, pero poco a poco vas hablando con las demás mujeres y descubres que no eres la única en el mundo".

"Allí tienes atención psicológica, trabajadora social, abogada y no tienes que ocuparte de comida ropa o alojamiento; todas esas atenciones te van guiando y ayudando a superar lo que llevas encima".

"Es duro estar alejada de la familia sin ser consciente de lo que te ha ocurrido porque pasaron más de cuatro meses hasta que me di cuenta de que yo era una mujer maltratada; mira, cuando salió la sentencia yo estaba en el banco escuchando y te da pena; es como si tú le estuvieras mandando a la cárcel".

"Si no hubiera dado este paso, yo seguiría allí y seguramente estaría con él o no estaría ya".

En el centro realizó programas de reinserción laboral y Olga retomó su trabajo, que tuvo que dejar mientras convivió con su agresor.

"Para mi es un capítulo cerrado, en la recuperación llevas una vida normal y aprendes a vivir sin dolor; aunque te siguen haciendo daño las cosas cuando las recuerdas, en cierto modo te sigue maltratando".

"No se nada de él, ha desaparecido, por lo menos me ha dejado en paz; no ve a los niños -que ya tienen 14 años-, aunque tampoco paga pensión, eso lo sigo reclamado porque es algo de los niños".

"Se que está en Madrid, pero no tengo ningún contacto; ahora no miro para atrás cuando oigo pasos; sólo lo vi hace cinco años cuando bajé a un cajero, me di la vuelta y eché a correr, luego me enfadé conmigo, no puedes evitarlo porque te sigue dando ese miedo".

Celebra que se quiera firmar un pacto para mejorar la lucha contra la violencia de género y opina que las víctimas podrían aportar su experiencia.

"Hasta que no vea las cosas, no me las puedo creer, porque no he visto una evolución en esa lucha, si cabe he visto lo contrario; nunca es tarde, aunque deberían haberlo hecho hace tiempo".

"A veces el peor enemigo son los propios juzgados, falta especialización, pero también del médico de familia; yo fui un montón de veces porque no dormía y me daban pinchazos en el pecho, quizás con mayor formación se podrían detectar esas señales del maltrato".

"Creo que nos deberían preguntar; recuerdo una vez que estuve en un encuentro con jueces y abogados y me pareció importante porque había muchas dudas, deben conocer que un maltratador nunca es un buen padre, no lo tienen claro".

"Yo intento aportar lo que puedo, voy a manifestaciones y no me importa hacer entrevistas porque a lo mejor alguna mujer la lee o la escucha, se identifica y le puede servir de ayuda".

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